No celebre La Navidad

Booklet: Dont Keep Christmas

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Introducción

¿Se quedó sorprendido cuando leyó el título de este folleto? ¿Su primer pensamiento fue que los editores de este folleto abrazan una fe no cristiana, o que son ateos? Seguramente, se podría decir que una persona que se llama cristiana a sí misma no sugeriría NO CELEBRAR una fiesta cristiana tan importante. ¡Después de todo, celebra el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo! ¿O, de hecho, es así? ¿Alguna vez ha cuestionado la validez de la Navidad?

¿La Navidad es una fiesta bíblicamente ordenada? ¿La Biblia siquiera menciona la Navidad? ¿Dónde se originó la Navidad y sus costumbres? ¿Cómo se convirtió la Navidad en una fiesta cristiana? ¿Qué tienen que ver las costumbres navideñas con el nacimiento de Jesucristo? Y finalmente, ¿qué tiene que decir Dios sobre la celebración de la Navidad? ¿Le importa a Él si guardamos la Navidad? ¿Lo aprueba? ¿O lo condena? ¡Las respuestas podrían sorprenderle!

Celebraciones de Navidad antes de Cristo

En realidad, los orígenes de la Navidad y sus costumbres no son ningún secreto. Toda buena enciclopedia, así como muchas otras publicaciones, contienen información sobre los orígenes y costumbres de la Navidad.

En 1994, Reader’s Digest publicó un libro titulado “Why in the World?” Comenzando en la página 190, se hace la pregunta: “¿Por qué celebramos la Navidad?” Los autores continúan: “Si la pregunta ofende o la respuesta parece obvia, siga leyendo… Una fiesta con apariencia de Navidad, Sacaea, se celebraba miles de años antes del nacimiento de Cristo. En el año 2000 a.C., en lo que hoy es Irak, un festival de cinco días con intercambio de regalos, representación de obras de teatro, acompañado de procesiones y jolgorio, marcaba la muerte del invierno y anunciaba el Año Nuevo… Es probable que esas creencias del Oriente se extendieron a Europa central… En pleno invierno, por ejemplo, con la esperanza de revivir al sol moribundo y traer calor a la tierra. Además, decoraron sus casas con árboles de hoja perenne – acebos y abetos – para mostrar semillas inactivas y plantas sin vida, que no todo estaba muerto. Cuando el Sol finalmente volvió a brillar, se regocijaron por su éxito y sin duda prometieron repetir la magia para siempre.

“Más al norte, a lo largo del Báltico y en Escandinavia, un festival de invierno conocido como Yule honraba a los dioses Odín y Thor. Ardían grandes leños, cantaban los juglares, se relataban famosas leyendas y los aldeanos bebían lujuriosamente de cuernos de hidromiel”.

En este contexto, la Encyclopedia Britannica (1910–11), 11ª edición, vol. 6, señala en la página 294 que “en Gran Bretaña el 25 de diciembre era una fiesta mucho antes de la conversión al cristianismo… Los antiguos “pueblos de los Angli” comenzaban el año el 25 de diciembre”…

El libro de Reader’s Digest titulado “Why in the World?” continúa en la página 190: “En el Imperio Romano, a mediados de diciembre, cuando el sol se acercaba a su punto más bajo, se celebraba una orgía de banquetes y jolgorio desenfrenado, la Saturnalia, que duraba una semana. El solsticio de invierno—el punto de inflexión del año, cuando la duración del día comenzó a aumentar—estuvo marcado por un día sagrado llamado Dies Natalis Invicti Solis (“Cumpleaños del Sol Invicto”). Durante las saturnales, los romanos engalanaban sus casas con laureles y vegetación; los amigos intercambiaron regalos… Fue una época de regocijo general, con buena voluntad para todos los hombres”.

“Los persas también encendían hogueras en el solsticio de invierno. Su fiesta veneraba a Mitra, el dios de la luz y guardián contra el mal. Los soldados y los comerciantes difundieron el culto a Mitra en Europa, donde durante un tiempo la creencia rivalizó con el cristianismo”. [Más adelante en este folleto, discutiremos la adoración de este dios persa Mitra, así como de otros dioses paganos, en más detalle.]

Se proponen diferentes fechas para Navidad

“No se conoce una fecha precisa del nacimiento de Cristo, pero lo cierto es que nació tarde en el reinado de Herodes el Grande, rey de Judea hasta su muerte en lo que ahora llamamos 4 a.C. Durante siglos después de su muerte, se propusieron varias fechas diferentes, de abril a diciembre, para la celebración de la Navidad. Se cree que el 6 de enero marcaba el bautismo de Cristo, y fue ampliamente observado como el día de Navidad, y todavía lo es por los cristianos ortodoxos en algunos países”…

“Con el tiempo, los cristianos en casi todas partes aceptaron el 25 de diciembre como día de Navidad, una fecha que coincide aproximadamente con las celebraciones del solsticio de invierno, Yule y Saturnalia”…

Los primeros cristianos no celebraban la Navidad

La Encyclopedia Britannica (1910–11), 11ª edición, vol. 6, agrega en la página 293: “Hasta el año 245 Orígenes… repudia como pecaminosa la idea misma de celebrar el cumpleaños de Cristo ‘como si fuera un rey faraón’”.

Otros escritores cristianos primitivos también se opusieron a las celebraciones navideñas. Como el Protestant Church Lexicon, del año 1959, vol. 3, señala en la página 1742: “La iglesia del tiempo de los mártires rechazó con disgusto tal celebración de cumpleaños, señalando las fiestas paganas de cumpleaños y sus cultos”.

Tom Flynn escribe en la página 42 de “The Trouble with Christmas”: “Si quisiera buscar personas en el mundo del Nuevo Testamento que le dieron importancia a los cumpleaños, su búsqueda se reduciría rápidamente a los paganos. Los romanos celebraban los cumpleaños de los césares, y la mayoría de las religiones mediterráneas no cristianas daban importancia a las fiestas natales de un panteón de figuras sobrenaturales”.

Religion in Geschichte und Gegenwart, vol. 3, coincide: “La celebración de la Navidad el 25 de diciembre en la iglesia comienza recién a mediados del siglo IV. Hasta entonces, la oposición en su contra fue muy severa en algunos casos (Orígenes, Arnobio, Clemens Alejandría, Epifanio), ya que se consideraba una costumbre pagana celebrar los cumpleaños de los reyes con festividades”.

La Catholic Encyclopedia (1914), vol. 3, página 724, añade lo siguiente: “La Navidad no estaba entre las primeras fiestas de la Iglesia. Ireneo y Tertuliano lo omiten de sus listas de fiestas; Orígenes… afirma… que en las Escrituras solo los pecadores, no los santos, celebran sus cumpleaños”.

Un artículo más reciente titulado “En busca de la Navidad”, publicado en U.S. News & World Report, 23 de diciembre de 1996, página 56, explica: “Las primeras celebraciones de la Natividad fueron sorprendentemente tardías. No hay registro de la observancia oficial del nacimiento de Cristo hasta el siglo IV… El padre de la iglesia del siglo III, Orígenes, había declarado que era un pecado siquiera pensar en celebrar el nacimiento de Cristo… No se menciona en el Nuevo Testamento que los cristianos se reunían para conmemorar el nacimiento de Jesús”…

Continuando con una publicación de Reader’s Digest “Why in the World?”, en la página 190: “En Inglaterra después de la Guerra Civil, Oliver Cromwell y los puritanos prohibieron las celebraciones navideñas como paganas… La misma situación había prevalecido en el Nuevo Mundo desde 1621, cuando una ley aprobada por el gobernador Bradford de la colonia de Plymouth prohibió la celebración de la Navidad”….

En una entrevista de televisión en 1991, el científico y profesor británico J.M.Golby, coautor del libro “The Making of the Modern Christmas”, comentó también sobre el hecho de que ciertos reformadores protestantes condenaron la celebración de la Navidad y por qué lo hicieron. Señaló que “Calvin y Knox estaban muy en contra de la Navidad por una variedad de razones, una de ellas siendo que… no se menciona en los evangelios, entonces, ¿por qué celebrar la Navidad? En segundo lugar, en el siglo XVII y la Reforma, toda la asociación de la Navidad con la Iglesia Católica Romana—el esplendor, la ceremonia, las fiestas, etc., eran anatema. Y esa es otra razón por la cual la Navidad fue condenada por hombres como Knox”…

En los Estados Unidos, las celebraciones navideñas se volvieron “tan variadas como los pueblos que habían venido a NewLand. En general, los católicos, los episcopalianos, los luteranos y los colonos holandeses se regocijaron, tanto dentro como fuera de la iglesia, mientras que los bautistas, presbiterianos y cuáqueros tendían a evitar toda observancia de la festividad”. (Editores de Life, “The Pageantry of Christmas”, página 60).

Un relato en el New York Times del 26 de diciembre de 1855 dice: “Las iglesias de los presbiterianos, bautistas y metodistas no estaban abiertas el 25 de diciembre, excepto cuando algunas escuelas misioneras tenían una celebración. No aceptan el día como Santo, pero las iglesias episcopalianas, católicas y alemanas estaban todas abiertas”.

Origen pagano de las costumbres navideñas

Como sabemos, la Navidad está estrechamente asociada a una gran variedad de costumbres. Veamos en detalle los orígenes de algunas de las costumbres navideñas más populares.

Villancicos

En cuanto a los villancicos navideños, la publicación del Reader’s Digest “Why in the World?” dice en la página 192: “Los primeros cantos de Navidad, escritos en latín y de tono solemne, probablemente fueron compuestos en el siglo IV, cuando la Iglesia Romana convirtió la fiesta en un día festivo. Sin embargo los villancicos se remontan a tiempos paganos. Los griegos los usaban en obras de teatro y los romanos los cantaban durante las saturnales… Durante siglos, la Iglesia prohibió los villancicos debido a sus asociaciones paganas”.

Regalos de Navidad

Otra costumbre muy popular asociada con la Navidad es el intercambio de regalos. Se afirma que esta costumbre se originó con el ejemplo bíblico de los magos o sabios, dando regalos al Niño Jesús. Sin embargo, Reader’s Digest señala lo siguiente en “Why in the World?”, en la página 194: “Los romanos daban regalos en sus saturnales… Como tantas otras tradiciones estacionales, es difícil decir si la de los regalos de Navidad es de origen pagano o cristiano”.

Pero en realidad no es tan difícil ver que esta costumbre es de origen pagano. Por ejemplo, la Encyclopedia of Religion, edición de 1987, artículo “Navidad”, muestra la asociación del intercambio de obsequios con costumbres paganas, cuando afirma: “Dar obsequios en Navidad probablemente se originó con la costumbre romana pagana de intercambiar obsequios (strenae) en el año Nuevo”.

La Bibliotheca Sacra, vol. 12, páginas 153 a 155, coincide: “El intercambio de regalos entre amigos es una característica similar de la Navidad y las saturnales, y los cristianos deben haberlo adoptado de los paganos, como muestra claramente la advertencia de Tertuliano”.

Pero, ¿qué pasa con la idea de que la costumbre de intercambiar regalos en Navidad se deriva del hecho bíblico de que los magos le dieron regalos a Cristo? Francamente, no hay asociación o conexión alguna. Los Reyes Magos o sabios buscaban al “rey de los judíos”. Y al acercarse a Cristo como Rey, siguieron la costumbre oriental de traerle regalos. No intercambiaron regalos entre ellos. También es interesante analizar el tipo de regalos que le dieron a Jesús.

Das Beste, una publicación de Reader’s Digest, publicó un libro en 1990 titulado “Wunder und Rätsel der Heiligen Schrift”. Señala en la página 278: “En uno de sus sermones, el monje Elfric escribió en el siglo X: ‘El oro pertenece a un rey; el incienso pertenece a los servicios; y la mirra se usa para los cuerpos de los muertos, para que puedan conservarse más tiempo. Los… magos adoraron a Cristo y le trajeron presentes simbólicos. El oro lo representaba como un verdadero rey [compárese Apocalipsis 19:16]; el incienso lo representaba como el verdadero Dios [y nuestro Sumo Sacerdote, compárese Hebreos 4:14–15]; y la mirra representaba el hecho de que podía morir entonces, pero que ahora es inmortal por toda la eternidad’”.

También debemos notar que los Magos no visitaron a Cristo junto con los pastores en la misma noche en la que nació Cristo. Más bien, visitaron a José, María y el Niño Jesús mucho tiempo después del nacimiento de Jesús. Solo aparecieron en Jerusalén después del nacimiento de Jesús en Belén (Mateo 2:1). Cuando los magos llegaron a Belén, la familia se alojaba en una casa (Mateo 2:11)—ya no en un establo (Lucas 2:6–7). En ese momento, Jesús no era un bebé recién nacido (Lucas 2:12,16), sino un “Niño pequeño” (Mateo 2:9,11,13–15). Herodes mandó a matar a todos los niños varones, “menores de dos años, conforme al tiempo que había inquirido de los magos” (Mateo 2:16).

Aparte, los Reyes Magos, u hombres sabios, están tergiversados en la “Christmas Story” en otros aspectos también. La revista P.M., hace tiempo publicó un artículo titulado “What do we know about the Three Holy Kings?”. El artículo señaló:

“Que ellos [los magos] se convirtieron en reyes, se puede acreditar al teólogo Tertuliano (160 hasta 220). Escribió lo siguiente: ‘En el este, normalmente los magos eran reyes’. Entonces vemos cuán rápido los sabios de la Biblia se habían convertido en reyes… Según la tradición persa, estos magos eran descendientes del antiguo sacerdocio medoEn el evangelio no se nos dice cuántos eran. Las iglesias orientales hablan de doce Reyes Magos”.

“Jacob de Edesa (640–708), uno de los escritores antiguos más importantes de la Iglesia de los jacobitas, escribe: ‘Los magos eran de Persia, pero no eran tres, como los representaban los artistas para el pueblo, como se deriva de la trinidad de los dones de oro, mirra e incienso, sino doce, como se puede ver en muchas tradiciones. Los que vinieron eran príncipes y personas muy respetadas del país de Persia. Los acompañaba mucha gente, más de mil hombres, de modo que Jerusalén se alborotó mucho cuando llegaron’”.

El artículo también especula que el número de los Magos se redujo a “tres”, no por los tres tipos de dones mencionados, sino porque se buscaba otro argumento a favor de la Trinidad. Supuestamente, los restos de los “tres reyes” descansan hoy en la cúpula de Colonia en Alemania. Sin embargo, P. M. señala que “las prendas en las que están envueltos los huesos se hicieron en el segundo o tercer siglo después de Cristo en Siria”.

La Iglesia cristiana “adoptó” la costumbre pagana de intercambiar regalos el 25 de diciembre y la incorporó a su propia “fe”, dándole un manto “cristiano”. Esta costumbre no estaba tomada de la Biblia ni de la visita de los Reyes Magos a Belén, y no tenía nada que ver con el hecho de que los Reyes Magos le habían dado regalos a Cristo.

Papá Noel

Estrechamente asociada con la entrega de regalos en Navidad está la figura de Papá Noel, también llamado San Nicolás. Innumerables padres han explicado a sus hijos sorprendidos que fue “aquel anciano de barba blanca y traje rojo” quien, a escondidas, colocó regalos debajo del árbol de Navidad mientras ellos dormían. Y los niños inocentes creyeron a sus padres, por supuesto, hasta que supieron la verdad. ¿Fue una mentira “inofensiva”? Los niños han sido criados con la enseñanza implícita de que no todas las mentiras son malas. Entonces ellos, a su vez, adoptan ese proceso de pensamiento en sus propias vidas. De lo contrario, comenzaron a desconfiar de sus padres también en otras áreas de la vida.

Según la leyenda, hubo un sacerdote católico que supuestamente les dio regalos a los niños en diciembre. Este sacerdote supuestamente era el obispo de Myra, y se llamaba “Nicolás”. Según informes, murió el 6 de diciembre de 326 d.C. Esta es la explicación “oficial”, de por qué el “día de San Nicolás” se celebra hoy en día el 6 de diciembre. Sin embargo, muchos historiadores dudan de que esta leyenda tenga alguna legitimidad. Incluso cuestionan si tal sacerdote existió alguna vez.

Un registro que se publicó bajo el Papa Pablo VI en 1969 plantea dudas sobre si Nicolás era un santo o si solo era un héroe “legendario”, si es que vivió. Desde 1969, la Iglesia Católica ha dejado que sus seguidores decidan por sí mismos si adorar o no a Nicolás como santo.

Por otro lado, es un hecho histórico que los paganos adoraban a un dios pagano que muestra grandes similitudes con el Santa Claus moderno. Esta deidad pagana era el antiguo dios germánico “Wodan”. Fue llamado “Odín” en Escandinavia. Wodan u Odin era un dios del sol. Según la creencia pagana, dio su vida por el mundo “colgado de un árbol” o de una cruz durante nueve noches, después de lo cual fue “atravesado por una lanza”.

En la leyenda escandinava, Odín [o Wodan] era llamado “Padre Todopoderoso”. Fue visto como “el dios principal en una trinidad pagana… y esta trinidad se convirtió en el creador del hombre”. (compárese Earl W. Count, “4000 Years of Christmas”, 1948, página 52). En las leyendas germánicas, Wodan [u Odin] tenía un árbol sagrado, y cuando alguien se acercó a ese árbol el 25 de diciembre, encontraría regalos debajo de él. Además, el día de Wodan en el que se le rendía culto, era el 6 de diciembre. Wodan u Odín se representa como un anciano con un gran sombrero, un abrigo ancho y una barba larga y gris, que monta a caballo. Aunque el Papá Noel moderno monta un trineo tirado por renos, no siempre fue así. Según la tradición, Papá Noel originalmente montaba a caballo.

Earl W. Count, Doctor en Filosofía y Profesor de Antropología, afirma en “4000 Years of Christmas”, en las páginas 11 y 54: “Realmente no sabemos cuándo nació el Niño Jesús…; o la hora y el lugar en que se celebró la Navidad por primera vez; o exactamente cómo fue que, a lo largo de los siglos, un obispo-santo de Asia Menor y un dios pagano de los germanos se fusionaron para convertirse en Santa Claus… Sin embargo, lo que más nos interesa es el hecho de que Wodan [u Odín] se haya convertido en—Papá Noel, o, como mejor se le llama, San Nicolás”.

Otros dioses paganos también podrían haber sido responsables de dar forma a la imagen moderna de Santa Claus. En la antigüedad, una chimenea servía como entrada y salida natural de los dioses del fuego y los dioses solares cuando visitaban los hogares. Cada año, vestidos con una gorra roja y una chaqueta roja puntiaguda, los dioses del fuego viajaban desde los cielos distantes para visitar hogares para distribuir favores o castigos. No debería ser difícil ver la conexión entre las antiguas supersticiones sobre los espíritus del hogar y la figura moderna de Papá Noel usando la chimenea, con los zapatos y las medias colgadas junto a la chimenea.

¿De dónde viene el nombre de “Santa Claus” o “Nicolás”? En Apocalipsis 2:6, se nos presenta la secta de los nicolaítas que enseñaba y practicaba conceptos y doctrinas erróneas. [Predicaron especialmente la herejía de la “gracia sin obras”. La Biblia, por otro lado, deja muy claro que, aunque la “vida eterna” se nos ofrece por gracia, como un regalo de Dios, nuestra recompensa nos va a ser dada “conforme a nuestras obras” (Apocalipsis 22:12)]. Nicolás, el fundador de la secta de los nicolaítas, era un gentil converso, pero más tarde se apartó de su conversión. Este “Nicolaus” no es otro que “Nicolás” o “Santa Claus”. En alemán, por ejemplo, las similitudes de estos dos nombres son aún más llamativas. “Nicolaus”, el fundador de los “nicolaítas”, se traduce en alemán como “Nikolaus”—y “Santa Claus” en alemán también es “Nikolaus”.

En las leyendas paganas, los espíritus o dioses del agua se adoraban como “Nick” o “Nickel”. Todos ellos fueron adorados el 6 de diciembre. Los dioses femeninos del agua fueron llamados “Nixen” (la expresión alemana para “sirenas”). En estas leyendas, Papá Noel o San Nicolás está acompañado por un sirviente, llamado “Knecht Ruprecht”. En “The Pageantry of Christmas”, publicado por los editores de la revista Life, se nos dice en la página 62: “Knecht Ruprecht, el ayudante de San Nicolás,… era capaz tanto de castigar como de recompensar, y los cuernos en su cabeza revelan su origen demoníaco… También era conocido como Black Peter”.

Velas navideñas y pasteles navideños

Las velas navideñas juegan un papel sumamente importante en la celebración de la Navidad. Pero, ¿por qué la gente enciende velas en Navidad? Reader’s Digest “Why in the World?” explica en la página 195: “Los pueblos antiguos, conscientes del cambio de estaciones, encendían hogueras para animar el retorno de la primavera. Los romanos, durante sus saturnales, adornaban sus casas con velas encendidas y vegetación… Cuando ponemos velas o luces en un árbol de Navidad hoy, estamos siguiendo las tradiciones de la antigua Roma”.

También es “costumbre” hornear pasteles en la época de Navidad. Pero esto también es una costumbre pagana que la Iglesia Romana adoptó e incorporó a su sistema de creencias. El Kalifornische Staatszeitung publicó un artículo en su edición del 21 de diciembre de 1984, titulado “Older Than Christmas”, que dice en la página 25: “La costumbre de hornear pasteles especialmente creados en esta época del año [en Navidad] es más antigua que la Navidad misma. Al final del año los egipcios y los romanos sacrificaban a sus dioses tortas en forma de pan o también en forma de animales y de hombres, hechos de pasta o bicarbonato de sodio. Casi las mismas figuras simbólicas se pueden encontrar entre las tribus germánicas que pedían a la diosa de la fertilidad, en ese momento, con sacrificios de pan, las bendiciones del hogar y la tierra de cultivo. Durante siglos, se preservó entre los pueblos la superstición de que los pasteles de Navidad, fantásticamente formados, tenían el poder de traer suerte y fortuna”.

El árbol de Navidad

La costumbre navideña quizás más apreciada de todas es el árbol de Navidad. El árbol de Navidad, un árbol de hoja perenne, era un objeto de culto pagano. Ejemplifica a gran escala sus orígenes paganos y demoníacos y la incorporación de costumbres paganas al cristianismo ortodoxo.

Primero, considere esta cita del Reader’s Digest, “Why in the World?”. En la página 210 discuten la cuestión de por qué la gente toca o golpea madera para la llamada “buena suerte”. “La creencia de que tocar madera aplacará a los espíritus malignos se remonta a tiempos paganos, cuando los árboles se consideraban sagrados como la morada de los dioses. Estos dioses… eligieron algunos árboles para que estuvieran siempre verdes, un signo de inmortalidad. Tocar un árbol era una señal de respeto a los dioses, una petición para ser concedido favores o agradecimiento”.

Uno de esos dioses paganos que vivía en árboles sagrados era Atis de Frigia (que se analiza con más detalle más adelante en este folleto). Era un dios de la vegetación y un “espíritu de árbol”. James G. Frazer señala en su libro, “The Golden Bough”, en las páginas 297 y 298: “El carácter original de Attis como un espíritu de árbol se destaca claramente por el papel que el pino juega en su leyenda y ritual… Después de su muerte, se dice que Attis se transformó en un pino… En el equinoccio de primavera (22 de marzo), se cortó un pino en el bosque y se llevó al santuario de [la diosa frigia] Cibeles, donde se trató como una divinidad. Estaba adornado con bandas de lana y coronas de violetas, pues se decía que las violetas brotaban de la sangre de Attis”.

Attis no fue el único “espíritu de árbol”. El dios de Egipto, Osiris, también era un espíritu de árbol. Era un dios pagano “cuya muerte y resurrección anual se ha celebrado en tantos países” (James G. Frazer, La Rama Dorada, p. 301). Frazer también señala, en la página 309, que “en las inscripciones, se hace referencia a Osiris como ‘el que está en el árbol’”.

Luego, Frazer nos presenta al dios griego Dionisio o Baco, el dios de la vid con forma de toro. “Al igual que los otros dioses de la vegetación…, se creía que Dionisio había muerto de manera violenta, pero que había vuelto a la vida; y sus sufrimientos, muerte y resurrección fueron representados en ritos sagrados”. (Frazer, página 322). Además de ser el dios de la vid, Dinoysus era “también un dios de los árboles en general. Así se nos dice que casi todos los griegos sacrificaban a ‘Dionisio del árbol’. En Beocia, uno de sus títulos era ‘Dionisio en el árbol’… Entre los árboles particularmente sagrados para él, además de la vid, estaba el pino. El oráculo de Delfos ordenó a los corintios que adorasen un pino en particular ‘igualmente que el dios’” (Frazer, páginas 321–322).

Se creía que el pino era la morada de los dioses paganos. En realidad, los dioses paganos supuestamente se transformaron en pinos. Como tal, el pino estaba adornado con violetas y era tratado como una divinidad o deidad—de hecho, era adorado como un dios. Las similitudes con la costumbre moderna de decorar un árbol de hoja perenne o pino como árbol de Navidad, y cantar villancicos delante de él, son llamativas. ¡Y pensar que esas prácticas se derivaron de la adoración de dioses paganos o demonios es aterrador!

Ralph Woodrow escribió en “Babylon, Mystery Religion”, edición 1981, en la página 152: “El árbol de Navidad… recapitula la idea de la adoración del árbol…, nueces y bolas doradas que simbolizan el sol… Todas las festividades del solsticio de invierno se han absorbido en el día de Navidad… El árbol de Navidad [fue absorbido] desde los honores pagados al abeto sagrado de Odín”.

Cómo las costumbres paganas se “cristianizaron”

El profesor Golby hizo comentarios adicionales en la televisión sobre la incorporación de los orígenes paganos de la Navidad y sus costumbres a la religión “cristiana”: “Los árboles de Navidad son de hoja perenne… Obviamente, son parte de las antiguas fiestas paganas… Lo que creo que es lo asombroso de la Iglesia cristiana es la forma en la que ha podido absorber las cosas y aceptarlas, de hecho, aceptar figuras paganas, e incorporarlas a la Iglesia”.

Francisco Owen está de acuerdo. Afirmó en su obra, “El pueblo germánico”, en la página 209: “Muchas de las creencias de esta antigua religión germánica… solo fueron modificadas superficialmente por las enseñanzas de la Iglesia cristiana. Las viejas creencias y costumbres son difíciles de erradicar”.

Es un hecho histórico que la Iglesia cristiana no erradicó las costumbres navideñas paganas, sino que las abrazó e incorporó dándoles un significado “cristiano”. Escuche esta cita de los editores de Life, en “El espectáculo de la Navidad”, en la página 10: “Los seguidores de Mitra, un dios sol persa cuyo culto fue llevado a Roma por los legionarios que regresaron y se convirtió en el principal rival del cristianismo, celebrado el 25 de diciembre como Dies Solis Invicti Nati (“Cumpleaños del Sol Invicto”). Los mismos romanos habían celebrado la estación del solsticio como Saturnalia durante mucho tiempo, en honor a Saturno, el dios de la agricultura… El intercambio de regalos se convirtió en una parte importante de las festividades [de Saturnalia]. Al principio eran simples—velas de cera o muñecos de arcilla—pero poco a poco se volvieron más elaborados. Los cristianos comenzaron a absorber estas viejas costumbres y les dieron un significado cristiano para ayudar a difundir la fe. Muchos padres de la Iglesia consideraron que el método era peligroso…

“Pero la mayoría de los misioneros cristianos que se mudaron a Europa Central y Occidental cuando el Imperio Romano se derrumbó, siguieron el consejo de [Papa] Gregorio Magno. Escribió en 597 que no deberían tratar de sofocar las costumbres paganas “de repente”, sino adaptarlas “para la alabanza de Dios”.

“En el norte, en la temporada navideña, los misioneros encontraron a los seguidores paganos de los dioses Woden y Thor luchando contra la malvada oscuridad del invierno con enormes hogueras. En Europa Central, encontraron la creencia de que a la muerte del sol viejo, las brujas y los demonios ardientes venían a la tierra para destruir la fertilidad del Año Nuevo, y podían ser disuadidos por regalos. En Gran Bretaña, encontraron druidas rindiendo homenaje a la victoria de los árboles de hoja perenne sobre la oscuridad del invierno. Los misioneros, siguiendo el consejo de Gregorio Magno, no hicieron ningún esfuerzo por ‘cortar’ las ‘malas costumbres’. Como resultado, muchas de ellas sobreviven como preciadas tradiciones navideñas de hoy”.

Muchos otros investigadores y autores han llegado a las mismas conclusiones. Arthur Weigall escribió en “El paganismo en nuestro cristianismo”, en la página 209: “La política de la Iglesia es adaptar los antiguos días sagrados paganos a las ideas cristianas, y no suprimirlos… Las fiestas que llamamos Navidad y Pascua son paganas, no cristianas, en origen”.

Earl W. Count comenta en “4000 years of Christmas”, en las páginas 25–27: “[Durante las saturnales,] los salones de los romanos estaban adornados con ramas de laurel y árboles verdes, con velas encendidas y con lámparas—porque los espíritus flotantes de las tinieblas tenían miedo de la luz… Para los cristianos, las Saturnales eran una abominación, en homenaje a un dios de mala reputación [Saturno] que no existía de todos modos… Los Padres de la Iglesia descubrieron alarmados que estaban… enfrentándose a una invasión de costumbres paganas. El hábito de las saturnales era demasiado fuerte para dejarlo atrás. Al principio la Iglesia lo prohibió, pero en vano…. Los Padres de la Iglesia ahora intentaban señalar el festival hacia el Sol Cristiano de Justicia…. La Iglesia finalmente logró tomar la alegría, el verdor, las luces y los regalos de Saturno y dárselos al Niño de Belén”.

El U.S. News & World Report, del 23 de diciembre de 1996, coincide con esto en la página 59: “La opinión más generalizada es que la fiesta fue una ‘cristianización’ intencional de las saturnales y otras festividades paganas… Como dijo un historiador: ‘Los romanos paganos se convirtieron en cristianos—pero los saturnales permanecieron’”.

El artículo de Reader’s Digest, “Why in the World?”, señala en la página 191: “En todo el mundo, la Iglesia en general adoptó una postura pragmática. Incapaz de prohibir los excesos paganos que se habían convertido en parte de la celebración, se esforzó por librarlos de sus características indeseables y acogió los ritos renovados en el regocijo navideñocomo si fueran sagrados.Las antiguas costumbres navideñas sobrevivieron y se agregaron otras nuevas. La Navidad se convirtió, tal como la conocemos hoy, en una mezcla mágica de devoción cristiana y placeres paganos, una fiesta que sobrevive gracias a la demanda popular”.

Sí, la Navidad y sus costumbres son de origen pagano, no cristiano. La Iglesia Católica Romana, en lugar de erradicarlos, les dio un significado “cristiano”. Pero eso no los hizo cristianos. La edición de diciembre de 1981 de la U.S. Catholic admite en la página 32: “Es imposible separar la Navidad de sus orígenes paganos”.

El U.S. News and World Report declaró en su edición del 23 de diciembre de 1996, en la página 60, que los puritanos “tenían razón cuando señalaron… que la Navidad no era más que una fiesta pagana cubierta con un barniz cristiano”.

La Iglesia de Roma ordenó celebraciones navideñas

Como hemos visto, cuando la Iglesia fue incapaz de prohibir las celebraciones navideñas, se dio un sentido “cristiano” superficial a las costumbres y, como tales, se permitieron. Más tarde, sin embargo, en realidad fueron comandadas.

Religion in Geschichte und Gegenwart escribe en su tercera edición: “El origen de [las celebraciones cristianas de] la Navidad debe verse en la Iglesia de Roma”.

The Encyclopedia Americana (1944), concuerda: “Se estableció una fiesta en memoria de este evento [el nacimiento de Jesús] en el siglo IV. En el siglo V la Iglesia Occidental ordenó que se celebrara para siempre en el día de la antigua fiesta romana del nacimiento del Sol, ya que no existía un conocimiento seguro del día del nacimiento de Cristo”.

Fue la Iglesia Católica Romana la que ordenó a sus seguidores que mantuvieran las costumbres paganas de la Navidad para demostrar la “victoria de Cristo, el verdadero sol, sobre el culto pagano” de la adoración del sol. (Religion in Geschichte und Gegenwart).

Como señala el periodico San Diego Union Tribune en la página 7 de su suplemento TV Week del 17 al 23 de diciembre de 2000, la Navidad “pasó de ser la fiesta del sol naciente a ser la fiesta del hijo resucitado”. Y aquellas denominaciones no católicas que observan la Navidad hoy como una fiesta cristiana, no lo hacen en cumplimiento de los mandatos bíblicos, sino en obediencia al liderazgo de la Iglesia Católica.

Adoración del dios pagano Mitra hoy

Ya hemos tocado en varias ocasiones al dios persa Mitra o Mithras, y vimos que el cristianismo no erradicó las enseñanzas y costumbres mitraicas, más bien que las absorbió. Ahora queremos centrar nuestra atención en la adoración pagana de este dios persa Mitra, ya que es fascinante ver hasta qué punto las enseñanzas y costumbres mitraicas sobrevivieron en el llamado cristianismo moderno. ¡La verdad es bastante asombrosa!

La revista alemana “P.M.”, hace unos años, publicó un artículo titulado “Can You Imagine to Believe on Mithras?” Comenzaba así: “Un día temprano en el año 180 d.C. Un domingo habitual en la ciudad portuaria de Ostia frente a las puertas de Roma. Conmoción en las diferentes partes de la ciudad. Por todas partes vemos grupos de hombres moviéndose por los estrechos barrios del pueblo… Pero nadie los nota… Todo el mundo sabe a dónde van los hombres: Es domingo, el día del sol—los hombres van a los cultos.

“¿Son cristianos? ¿Vivimos una escena típica de los primeros días de esta religión aquí? No—los hombres adoran a otro dios. Mitra es el nombre de ese ser trascendente de quien esperan la salvación. Y cada año en invierno celebran su cumpleaños: en la noche del 25 de diciembre con una especie de culto que hoy podríamos llamar misa de medianoche”

“El culto a Mitra todavía influye en nuestras vidas hoy en día… Mitra era el dios principal de las legiones romanas. Sólo en Alemania, se desenterraron cuarenta reliquias de Mitra—doce de ellas en o cerca de Frankfurt… Fue el emperador Constantino quien estaba presionando en el Concilio de Niza (que se encuentra hoy en Turquía) en 325 para unir a sus súbditos bajo una sola fe… Aunque el propio emperador pertenecía al culto de adoración del sol (sólo fue bautizado en su lecho de muerte), se decidió por el cristianismo como confesión común para todos los romanos. Para hacer aceptable la nueva religión para los seguidores de Mitra, declaró el domingo como el día común de descanso para todo su imperio”…

“Se suponía que otra decisión acercaría más a los cristianos y los mitraítas: Se declaró que el cumpleaños de Jesús era el mismo día en el que supuestamente nació Mitra (en el año 354, el 25 de diciembre se menciona por primera vez). Hasta entonces, los cristianos no habían celebrado la Navidad”.

El artículo también publicó numerosas imágenes y fotografías. Debajo de una de ellas se dice lo siguiente: “En el culto tardío de Mitra, aparece el Dios tripartito… Es obvia la relación que existe con la Trinidad cristiana”.

Lo que es aún más sorprendente es el hecho de que la Biblia en ninguna parte enseña la Trinidad. Se identifica a Dios, consistiendo de dos seres—el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo no es una persona o el tercer ser dentro de la Familia Dios, sino el poder emanante de Dios. Pero aquí vemos cómo este concepto no bíblico de la Trinidad llegó al cristianismo—a través de sistemas de creencias paganas como el sistema de creencias de Mitra, un culto que fue absorbido y, al mismo tiempo, “cristianizado” por la Iglesia romana.

La gran influencia y el impacto que los conceptos paganos, tal como se enseñan en el culto de Mitra, tuvieron en el cristianismo ortodoxo no se puede subestimar ni exagerar. Escuche esta explicación adicional de Esme Wynne-Tyson en “Mithras, The Fellow in the Cap”, como se indica en las páginas 22 y 24: “Desde el principio, Mitras fue equiparado con el Sol y con la luz… En resumen, es un Cristo pagano… Mitra no sólo era el Dios-Sol, sino también el Mediador entre la humanidad y el Ser Supremo… Su cumpleaños se celebraba en el calendario mitraico el 25 de diciembre. El domingo… estaba consagrado a él, y conocido como el Día del Señor mucho antes de la era cristiana. Su renacimiento se conmemoraba en Pascuas”.

Edward Carpenter señaló en “Credos paganos y cristianos: su origen y significado”, 1921, página 21: “Mitra nació en una cueva, y el 25 de diciembre. Nació de una Virgen… Sus grandes fiestas eran el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera (Navidad y Semana Santa). Tenía doce compañeros o discípulos (los doce meses). Fue enterrado en una tumba, de la que, sin embargo, resucitó; y su resurrección se celebraba cada año con grandes regocijos. Fue llamado Salvador y Mediador; y algunas veces representado como un cordero”.

John M. Robertson escribió en “Pagan Christs, Studies in Comparative Hierology”, en las páginas 305, 306 y 327: “El primer día de la semana, el domingo, fue aparentemente consagrado a Mitra desde tiempo inmemorial… Tenemos información exacta sobre las dos principales ceremonias o fiestas mitraicas, las de Navidad y Pascua…, el cumpleaños del Dios-Sol y el período de su sacrificio y su triunfo. Que la Navidad es una fiesta solar de antigüedad desconocida que los primeros cristianos se apropiaron de su Cristo…, ya no lo niegan los eruditos cristianos competentes… La verdad es… que el mitraísmo no fue derrocado; simplemente fue transformado. Había ido demasiado lejos para ser derrocado; la pregunta era si debía continuar rivalizando con el cristianismo o ser absorbido por él”.

Como hemos visto, fue absorbido. Y muchos, si no la mayoría de sus elementos paganos, costumbres y enseñanzas también fueron absorbidos—dándoles un manto “cristiano”. Es por eso que el mundo cristiano ortodoxo celebra el domingo, aunque Dios nos dice que santifiquemos el sábado—el tiempo desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado (compárese Éxodo 20:8–11).

Preste atención a esta notable cita de H.G. Well, autor de novelas ficticias como “The Time Machine” y “The Invisible Man”. También escribió, “The Outline of History”, señalando en la página 543: “Parecería que los cristianos adoptaron el domingo como su principal día de adoración en lugar del… sábado, del culto mitraico”.

Y de hecho lo hicieron. Y debido al culto mitraico y otras enseñanzas paganas, hoy se observan fiestas anuales paganas como la Navidad o la Pascua. Al mismo tiempo, el cristianismo ortodoxo no santifica los días anuales que Dios ha santificado—como la Pascua, los días de los Panes sin levadura, Pentecostés, Fiesta de las trompetas, Dia de la expiación o la Fiesta de los Tabernáculos (compárese Levítico 23). La adaptación de enseñanzas mitraicas y otras enseñanzas paganas es la razón por la cual las costumbres no cristianas se abrazan y se cree en ellas como doctrinas “cristianas”.

Escuche la cita siguiente de Funk and Wagnall’s New Encyclopedia, vol. 17, sobre “Mitraísmo”: “…el culto de Mitra, el antiguo dios persa de la luz y la sabiduría… Mitra se convirtió en el dios del sol, que se adoraba en su nombre… Era un gran rival del cristianismo en el mundo romano… El mitraísmo era similar al [llamado] cristianismo en muchos aspectos, por ejemplo, en… la adoración de los pastores en el nacimiento de Mitra, la adopción de los domingos y del 25 de diciembre (el cumpleaños de Mitra) como días santos, y en la creencia en la inmortalidad del alma”.

En ninguna parte la Biblia nos dice que “adoremos” a los pastores. Aquellos que hacen eso hoy mientras representan la escena de la natividad, en realidad siguen a los adoradores paganos de Mitra. La Biblia tampoco enseña que tenemos un alma inmortal. Muy al contrario, Dios nos dice que “el alma que pecare, esa morirá”. (Ezequiel 18:4,20). Si nos arrepentimos, entonces nuestras almas serán “salvadas de la muerte” (Santiago 5:20). En lugar de tener un alma, inmortal o no, el hombre es un alma (compárese Génesis 2:7: “y fue el hombre un ser viviente” o “alma viviente”). Y si el hombre peca y no se arrepiente de ello, entonces el hombre, el alma, morirá la muerte eterna. Entonces, el concepto de que tenemos un alma inmortal no proviene de la Biblia, sino del paganismo y las enseñanzas de culto de Mitra y otros dioses paganos.

Que el mitraísmo no se extinguió, sino que sobrevivió en el cristianismo, también se puede ver en esta cita tomada de Funk and Wagnall’s New Encyclopedia, vol. 24, bajo “Adoración del sol”: “… En la antigua Persia, la adoración del sol era una parte integral del culto elaborado de Mitra… La adoración del sol persistió en Europa incluso después de la introducción del cristianismo, como lo demuestra su supervivencia disfrazada en tales prácticas tradicionales cristianas como la hoguera de Pascua y la quema del Tronco de Navidad en Navidad”.

En la Biblia también se alude a que el mitraísmo era la religión nacional de Persia y una fuerza dominante en la antigüedad. En Esdras 1:8 y 4:7 leemos acerca del tesorero persa “Mitrídates”. Esta palabra significa literalmente, “regalo de Mitra”. Las personas prominentes en realidad se nombraron según ese dios persa.

Adoración del dios pagano Attis hoy

Mientras que el culto de Mitra tuvo una gran influencia en el cristianismo, la adoración de Mitra no fue de ninguna manera la única religión pagana que encontró una vía al cristianismo. Como ya vimos, también se absorbió el culto pagano de otros dioses como Saturno, Thor, Wodan u Odín. Y también lo fueron elementos del culto de Attis, un dios en Frigia. Leemos en la Woman’s Encyclopedia of Myths and Secrets sobre Attis:

El culto de Attis influyó fuertemente en el cristianismo primitivo… Attis era un hijo de la encarnación terrenal de la Diosa, la virgen Nana, quien lo concibió milagrosamente al comer una almendra o una granada… Creció para convertirse en una víctima sacrificial y Salvador, asesinado para traer salvación a la humanidad. Su cuerpo fue comido por sus adoradores en forma de pan. Fue resucitado como el ‘Dios Altísimo…’ La pasión de Attis se celebró el 25 de marzo [otras fuentes indican el 22 de marzo], exactamente nueve meses antes de la festividad de su nacimiento, el 25 de diciembre… El día de la muerte de Attis era el Black Friday… El dios murió y fue enterrado. Descendió al inframundo. En el tercer día resucitó de entre los muertos… Este era el domingo; el dios se levantó en gloria… Los cristianos guardaron desde entonces el Domingo de Pascua con procesiones de carnaval derivadas de los misterios de Atis”.

Michael Jordan escribe sobre Attis en la “Encyclopedia of God”. Señala lo siguiente: “En la época cristiana, la fiesta de Pascua se apoderó de la fecha de los ritos de Attis”. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué el mundo cristiano celebra la Pascua, afirmando que Cristo fue crucificado un viernes y resucitó un domingo? La Biblia en ninguna parte menciona la Pascua. La Biblia en ninguna parte dice que Cristo fue asesinado un viernes y que resucitó un domingo. De hecho, no pudo haber ocurrido así, ya que iba a estar muerto en la tumba por tres días y tres noches, como Jonás estuvo en el vientre del monstruo marino (Mateo 12:40). No se pueden contar tres días y tres noches desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana. Tanto la historia como la Biblia prueban que Cristo fue realmente crucificado un miércoles por la tarde y que resucitó el sábado antes de la puesta del sol. Pero como acabamos de leer, los dioses paganos como Attis supuestamente fueron asesinados un viernes y resucitaron un domingo. Y así esas costumbres paganas fueron incorporadas a las doctrinas y prácticas de la Iglesia Romana, al reemplazar dioses paganos como Attis con Cristo y dándoles un manto “cristiano”.

Satanás—el autor de un mito universal

Debería ser obvio que todas estas leyendas similares que involucran diferentes dioses, costumbres y ritos paganos son parte de un “mito universal”, como lo expresó John M. Robertson (“Pagan Christs”, página 307).

Además, Edward Carpenter escribió en “Pagan & Christian Creeds”, comenzando en la página 25: “La similitud de estas antiguas leyendas y creencias paganas con las tradiciones cristianas era realmente tan grande que excitó la atención y la ira no disimulada de los primeros padres de la Iglesia. No sintieron ninguna duda acerca de la similitud [y concluyeron]… que el Diablo—para confundir a los cristianos—había causado, siglos antes, que los paganos adoptaran ciertas creencias y prácticas… Justin Martyr, por ejemplo, describe la institución de la [llamada] Cena del Señor como se narra en los Evangelios, y luego continúa diciendo, ‘La cual los malvados demonios han imitado en los misterios de Mitra’ [y podríamos agregar también a Attis], ordenando que se haga lo mismo. Para esto, se utiliza el pan y una copa de agua con ciertos encantos en los ritos místicos que uno ya conoce o los puede aprender”. Tertuliano también dice que ‘el diablo por los misterios de sus ídolos imita incluso la parte principal de los misterios divinos’”.

La Biblia se refiere en numerosos lugares a tales imitaciones paganas demoníacas de lo que Cristo haría o hizo. Por ejemplo, Ezequiel 8:13–15 describe la adoración de “Tammuz” como una abominación. Según la leyenda, Tammuz, o Adonis, nació de una virgen en el solsticio de invierno y fue asesinado por un jabalí. Cada año las doncellas lloraban por él. En la primavera se celebraba un festival de su resurrección. (Carpenter, página 22). Este dios pagano Tammuz era un dios de la vegetación sumeria o siria, una falsificación pagana de Jesucristo.

En 1 Corintios 10:14–22, Pablo se refiere a ritos paganos como los de Mitra o Attis. Pablo los identifica con la idolatría y exhorta a los cristianos a no tener nada que ver con ellos: “Por tanto, amados míos, huid de la idolatría… La copa de bendición que bendecimos [durante el memorial anual de la muerte de Cristo en la Pascua], ¿no es comunión en la sangre de Cristo? El pan que partimos [en la Pascua], ¿no es comunión en el cuerpo de Cristo? … ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Más bien digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios, y no a Dios; y no quiero que vosotros tengáis comunión con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”.

La adoración de dioses paganos y la participación en sus costumbres se describen en la Biblia como adoración de demonios. Y la introducción de ritos paganos, que en algunos casos pueden parecerse a las prácticas cristianas, en el verdadero culto a Dios, se identifica con la idolatría. Satanás sabía que Dios enviaría a Jesucristo a morir por la humanidad. Muchas escrituras del Antiguo Testamento predicen con gran detalle la primera venida de Cristo.

La estrategia de Satanás de oponerse a Dios fue dual. Primero, influyó en las personas para crear un mito universal de un Salvador pagano que sería adorado con diferentes nombres, y que tendría algunas similitudes con Jesucristo y lo que él lograría, para que las personas pudieran ver a Cristo como “otro” Libertador. Muchos historiadores creen que el mito universal de Satanás comenzó con el Nimrod de la Biblia en Génesis 10:8–12. Cuenta la leyenda que este “poderoso cazador” se casó con su propia madre, Semiramis. Cuando murió, Satanás inspiró a Semiramis a inventar y difundir la idea de que Nimrod todavía estaba vivo como un ser espiritual. Ella afirmó que un árbol de hoja perenne completamente desarrollado brotó de la noche a la mañana del tocón de un árbol muerto, y que Nimrod visitaba el árbol y dejaba regalos allí en cada aniversario de su nacimiento, el 25 de diciembre. Una versión ligeramente diferente de este relato es que el árbol de hoja perenne supuestamente simbolizaba al hijo de Nimrod, Tammuz, y que Nimrod volvió a la vida como Tammuz. Más tarde, Semiramis se hizo conocida y fue adorada bajo diferentes nombres como la “Reina del Cielo”.

La segunda parte de la estrategia de Satanás para oponerse a Dios fue asegurarse de que aquellos que creen y siguen a Jesucristo, el Hijo de Dios, serían bombardeados con los aspectos [ya existentes] de las religiones paganas, animándoles a absorberlos “en el honor y la gloria de Cristo.” Lamentablemente, a lo largo de los siglos, muchos que decían ser cristianos sí que cayeron en las tácticas y planes malvados de Satanás al incorporar ciertas doctrinas, costumbres y ritos paganos en su adoración a Dios.

Contra Argumentos de la Mente Carnal

Algunos pueden responder diciendo: “¿Y qué? ¿Por qué no celebrar la Navidad de todos modos? Aunque la Navidad es una fiesta pagana y sus costumbres son de origen pagano, lo hago para honrar a Cristo. Y aunque la Biblia no nos ordena a celebrarla, ¿no nos da Dios la libertad de celebrar el cumpleaños de su Hijo cuando queramos? Y además, si no nos gusta el “paganismo” asociado con la Navidad, ¿por qué no guardar la Navidad únicamente para honrar a Cristo, dejando atrás todas las costumbres paganas?

Sí, nosotros los humanos podemos encontrar todo tipo de razones para aferrarnos a nuestras tradiciones y creencias. De alguna manera queremos justificar nuestras acciones en lugar de llegar a un acuerdo con la verdad del asunto, y rápidamente se hace evidente cuán fuertemente nuestras creencias afianzan nuestras costumbres. No nos damos por vencidos fácilmente, incluso cuando se demuestra que estamos equivocados.

Por ejemplo, sabemos que la Navidad se ha comercializado totalmente, y el comercialismo la mantiene viva. Como señala U.S. News & World Report en su artículo del 23 de diciembre de 1996, en la página 64: “Convertir la Navidad en una celebración puramente religiosa ahora podría animar a aquellos que quieren ‘recuperar la Navidad’… Pero tal observancia ‘carecería la resonancia cultural y el impacto de una festividad profundamente arraigada en el mercado’. Si la Navidad llegase a eso… ‘probablemente no la celebraríamos como sociedad’”.

Y, aunque la Navidad es ampliamente promocionada como una época de “paz en la tierra y buena voluntad hacia los hombres”, es un hecho bien conocido que la Navidad es la época del año en el mundo occidental cuando se cometen más crímenes que en cualquier otra época. Es una época en que el alcoholismo corre rampante. Es un momento en que el comercio alcanza su punto máximo de conducta y comportamiento ilógico e irresponsable, y las personas incurren en deudas de tarjetas de crédito que nunca pueden pagar, solo para cumplir con su “obligación” de dar regalos a los demás. Los padres mienten a sus hijos, diciéndoles que Papá Noel entrará por la chimenea para traer regalos de Navidad y que si no se portan bien, Papá Noel no les traerá ningún regalo.

Sabemos lo que dice el mundo sobre la Navidad, pero ¿qué tiene que decir Dios sobre esta celebración? Aunque la palabra “Navidad” nunca se usa en la Biblia, ¿existen pautas y principios sobre cómo abordar este tema? ¡Absolutamente! Vamos a ver.

¡No mezcle las costumbres paganas con la adoración a Dios!

¿Sabe que puede ser sincero en su adoración a Dios y Cristo, y aun así adorarlos en vano? Cristo dijo claramente en Mateo 15:7–9: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” ¿Quién puede dudar que la celebración de la Navidad y la observancia de sus costumbres son conforme a los mandamientos de los hombres? ¡En ninguna parte de la Biblia se nos dice que hagamos estas cosas! Y Cristo dijo, que este tipo de adoración religiosa que se basa en las tradiciones de los hombres era “en vano”, era inútil. Más bien, se nos dice expresamente cómo adorar a Dios.

Nótese lo que Dios le dijo a Israel acerca de cómo y cómo no adorarlo, como está registrado en Deuteronomio 12:29–32: “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses… pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.

La celebración de la Navidad y del nacimiento de Cristo en general está en clara violación del mandato mencionado anteriormente. La misma fecha y celebración de la Navidad fueron adoptadas del paganismo, al igual que sus costumbres. Los cristianos profesantes que celebran la Navidad hoy pueden pensar que lo hacen para honrar y adorar a Dios—pero repiten exactamente los ritos que los paganos usaban para servir a sus dioses—y Dios nos grita: “¡No adorarás al Señor tu Dios de esa manera!!!” Agregaron celebraciones navideñas a su adoración, mientras que quitaban la observancia de los verdaderos Días Santos anuales de Dios.

Nótese los comentarios de Ryrie Study Bible con respecto al pasaje en Deuteronomio 12:30: “Los israelitas ni siquiera debían preguntar acerca de la adoración de los cananeos, para que no se sintieran tentados a incorporar aspectos de ella en su adoración a Dios”.

¿Quién puede negar honestamente que esto es exactamente lo que sucedió con respecto a las celebraciones navideñas? El cristianismo ortodoxo adoptó o incorporó fiestas paganas como la Navidad y la Pascua, en lugar de suprimirlas. Se apropiaron de las costumbres paganas de la adoración a Jesucristo, en lugar de rechazarlas y derrocarlas. Esta práctica se llama “sincretismo” y está fuertemente prohibida en las Escrituras. Dios nos dice que no nos involucremos en ello, sino que nos libremos de todo lo pagano.

Nótese 2 Corintios 6:14–17: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?… ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente… Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo [espiritualmente], y yo os recibiré”.

Pasteles de Navidad condenados en las Escrituras

Por ejemplo, observe la condenación de Dios de una costumbre religiosa en la que estaban involucrados el antiguo Israel y Judá, como se registra en Jeremías 7:16–18: “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira”.

La “Reina del Cielo” ha sido identificada como la diosa asirio-babilónica Ishtar o Istar (Ryrie Study Bible; Rienecker’s Lexikon zur Bibel, ambos comentando sobre Jeremías 7:18), de donde se derivó el nombre “Pascua”. En realidad, Ishtar es solo otro nombre de Semiramis, la madre/esposa de Nimrod. Aunque principalmente fue una referencia a las costumbres de Pascua, Jeremías 7:18 también incluye hornear pasteles de Navidad. Como vimos anteriormente, esa costumbre existía mucho antes de cualquier celebración “cristiana” de la Navidad, y se hacía para honrar a las deidades paganas.

Árbol de Navidad condenado en las Escrituras

Nótese también Jeremías 10:2–5: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder”.

Aquí encontramos una descripción del árbol de Navidad. Algunos han dicho, sin embargo, que Jeremías 10 solo habla de un ídolo de madera que fue tallado de un árbol, pero que no se refiere a decorar un árbol de Navidad propiamente dicho. Sin embargo, recuerde que los paganos creían que sus dioses—Atis, Osiris, Dionisio—vivían como espíritus de árboles en los pinos. Ellos creían que sus dioses verdaderamente se transformaron en esos árboles, y llevaron estos árboles sagrados a cierto lugar de adoración, los decoraron y los adoraron como deidades.

Jeremías 10 condena cualquier tipo de culto religioso que incluye la decoración de un pino o un “árbol verde” (1 Reyes 14:23), así como las doctrinas religiosas asociadas a tales costumbres. Lamsa continúa Jeremías 10:8 de la siguiente manera: “Pero las vanas doctrinas de la adoración de imágenes de madera en conjunto serán completamente destruidas y consumidas”.

Algunos dicen que no adoran al árbol de Navidad y que, por lo tanto, está bien decorar un pino en la época de Navidad. Sin embargo, esa no es la forma en que Dios lo ve. Cuando los israelitas hicieron un becerro de oro, discutieron de manera similar. Éxodo 32:1–4 registra: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: ‘Levántate, haznos dioses [‘O un dios’] que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido’.Y Aarón les dijo: ‘Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos’.Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: ‘Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto’. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: ‘Mañana será fiesta para Jehová”. 

Los israelitas usaban el ídolo pagano de un animal para adorar a Dios. No creían que Dios se pareciera a un becerro, pero lo usaban como un elemento de culto en su adoración a Dios, pensando que de alguna manera representaba a Dios. Pensaron que estaban adorando a Dios—después de todo, estaban celebrando una fiesta para el Señor—y, que su uso de un objeto de culto pagano en esa adoración era aceptable para Dios. Lo mismo puede decirse del árbol de Navidad descrito en Jeremías 10. Este árbol con sus adornos de oro, plata, azul y púrpura (Jeremías 10:9)—hoy podríamos agregar “oropel de plata”—era usado como medio de culto u objeto para adorar a Dios. Pero, eso es exactamente lo que Dios condena.

Cuando los israelitas, en la época de Moisés, construyeron el becerro de oro, inventaron sus propios objetos de culto y medios de adoración, así como el tiempo para su fiesta religiosa. Obviamente habían adoptado estos ritos de adoración de su estancia en el Egipto pagano. Pero, Dios no aceptó ese tipo de adoración, ni lo hace hoy. A sus ojos, se corrompieron (Éxodo 32:7) y adoraron al becerro, no a Dios (Éxodo 32:8). Dios es un Dios celoso. Él insiste en que sea adorado en la forma que Él ha puesto delante de nosotros. De lo contrario, nuestra adoración no será aceptada—será inútil y en vano (Marcos 7:5–9,13).

¿Pudo Cristo haber nacido en diciembre?

Hemos establecido muchos hechos que muestran que la fiesta que llamamos “Navidad” en realidad fue celebrada por varias culturas durante miles de años antes del nacimiento de Jesucristo. Hemos leído citas de varias publicaciones que presentan audazmente las raíces paganas de la Navidad, junto con las costumbres relacionadas, que no tienen ninguna relación con Cristo. Pero, incluso si fuera aceptable celebrar el cumpleaños de Cristo [que no lo es], ¿sabemos cuándo nació?

Una vez más, citaremos al profesor J.M. Golby, el historiador británico coautor del libro titulado “The Making of the Modern Christmas”. En la entrevista de televisión antes mencionada en 1991, hizo los siguientes comentarios y observaciones perspicaces sobre el origen de la Navidad y sus costumbres:

 “La iglesia cristiana siempre ha sido muy inteligente incorporando otras prácticas y aceptando las cosas y luego dirigiéndolas hacia el cristianismo. Y en tiempos paganos se tenían festivales del solsticio de invierno, y habían festivales religiosos que eran paganos y estaban muy asociados con cosas como la puesta del sol. Y durante el invierno el sol estaba bajando—¿volvería alguna vez? Y así se tenía un día en el que se celebraba el sol. Y la religión mitraica, que fue una religión muy importante en el Imperio Romano posterior, tenía un día particular que celebraba esto. Y sucede que coincide con el 25 de diciembre, lo cual la Iglesia cristiana adoptó entonces como el día del nacimiento de Cristo… No hay nada en los evangelios que indica que Cristo nació el 25 de diciembre. De hecho, está claro que no hubiera sido posible. Los pastores no hubieran estado en los campos. Es simplemente la época equivocada del año”…

Además del hecho de que los pastores no habrían estado en los campos el 25 de diciembre, existe otra razón porque Cristo no pudo haber nacido alrededor del 25 de diciembre. El Dr. Cunningham Geikie analiza esta razón adicional en Holy-Days and Holidays, en el artículo, “Christmas at Bethlehem”. Escribe lo siguiente: “El día veinticinco de diciembre… tiene poco a su favor [para la fecha de la natividad de Cristo] más allá del hecho de que era el día que se guardó en la antigüedad, en el que el sol regresaba de su ausencia invernal… Difícilmente podría haber sido en esa temporada, sin embargo, porque tal tiempo seguramente no habría sido elegido por las autoridades para una inscripción pública, lo que requirió que la población viajara de todas partes a sus distritos natales. Las tormentas y lluvias hubieran resultado en condiciones muy inseguras y desagradables para viajar en invierno”…

El hecho de que los pastores estuvieron viviendo en los campos (compárese Lucas 2:8) y que se llevó a cabo una inscripción pública en el momento del nacimiento de Cristo (compárese Lucas 2:1–7) demuestra claramente que Cristo no pudo haber nacido cerca del 25 de diciembre. Las ovejas nunca estaban en el campo durante los meses de invierno. Desde mediados de octubre hasta mediados de marzo, las ovejas se guardaban dentro, en establos o graneros. Durante ese tiempo, había demasiada lluvia, viento e incluso escarcha y nieve.

El periódico Wynne Progress publicó un artículo el 21 de diciembre de 1967, titulado “The Christmas Story”, en el que señaló numerosas discrepancias entre el registro bíblico y las tradiciones navideñas. Comenzó declarando: “En cuanto a la fecha del 25 de diciembre, esa fue elegida por la iglesia durante el siglo IV d.C.…. La elección parece haber sido dictada… por un deseo de cristianizar la fiesta romana que marcaba el solsticio de invierno. La evidencia bíblica indica claramente que Jesús nació a fines del verano o principios del otoño. Esa es la época del año en que los pastores palestinos llevan sus rebaños al campo a pastar por la noche”.

Consulte cualquier gráfico del año israelita. Mostrará que el séptimo mes, el mes de Tishri, en septiembre/octubre, termina con el comienzo de la temporada de lluvias. Durante el octavo mes, el mes de Marcheschwan, en octubre/noviembre, el clima es “lluvioso”.

El noveno mes, Chislev, en noviembre/diciembre, marca el comienzo del invierno, con lluvia y nieve. Cristo dejó claro que es mejor que una huida de su Iglesia no tuviera lugar “en invierno”, Mateo 24:20, ya que esto sería muy desagradable, debido a las severas condiciones climáticas. Cantares 2:11 dice: “Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue”. Nótese también Esdras 10:9,13: “Era el mes noveno, a los veinte días del mes; y todo el pueblo [en Jerusalén] temblaba… a causa de la lluvia… ‘Pero el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle’”.

Finalmente, el décimo mes, Tebeth, en diciembre/enero, se designa como el “mes más frío del año, con granizo y nieve”. No hay forma en la que Cristo pudiera haber nacido a fines de diciembre, mientras que se realizaba una inscripción pública, y mientras los pastores y las ovejas pasaban la noche en el campo. Incluso si no nevó en ese momento, el clima frío y la lluvia habrían hecho imposible que tanto los pastores como las ovejas estuvieran en el campo durante la noche. Además, las autoridades romanas no hubieran elegido esa época del año para una inscripción pública. En lugar de haber nacido en invierno, lo más probable, como se señaló antes, es que Cristo nació a fines del verano o principios del otoño.

Pero entonces—Cristo en ninguna parte enseñó que siquiera deberíamos celebrar su nacimiento—y ciertamente no en el tiempo de Navidad—y más enfáticamente no con costumbres, ritos y conceptos paganos.

¡No agregue ni quite de la Palabra de Dios!

Moisés recordó al antiguo Israel un principio intemporal cuando se trata de la adoración verdadera. Leemos en Deuteronomio 4:1–2: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”. (Compárese Deuteronomio 12:32, Apocalipsis 22:18 y 19).

Encontramos la misma admonición en Proverbios 30:5–6: “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso”.

Toda la “Christmas story” es una mentira y un engaño, creado por los hombres bajo la influencia de Satanás, quien es el padre de la mentira (Juan 8:43–45). Entonces, si sostenemos que la Navidad es una fiesta que honra a Dios, entonces agregamos a la Palabra de Dios, que no tiene nada que decir acerca de la celebración de la Navidad. Dios nos reprenderá, y seremos hallados “mentirosos”, ya que hemos tergiversado a Dios.

Nótese también cómo el apóstol Pablo se acercó a los cristianos en Corinto. Recuerde que los corintios habían estado involucrados, antes de su conversión, con todo tipo de prácticas paganas, incluida la adoración de un pino especial. Pablo sin duda estaba al tanto de eso. Y así les dice en 1 Corintios 4:6: “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito’”.

Un recordatorio similar se registra en la segunda carta de Juan. Él declara en el versículo 9: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo”. 

Aquellos que celebran la Navidad “van más allá de lo que está escrito” y “vagan más allá de la enseñanza de Cristo”, dejando así “atrás a Dios”.

La conclusión del asunto

Les hemos presentado los verdaderos orígenes de la Navidad y sus costumbres, y hemos mostrado en la Biblia que Dios condena las celebraciones navideñas. Sabiendo esto, pregúntese: “¿Debería celebrar la Navidad?” Creemos que la respuesta es obvia. Sin embargo, la decisión es suya (Deuteronomio 30:15–16, 19–20). Ha oído la conclusión del asunto (Ecclesiastes 12:13). Le desafiamos a que actúe en consecuencia.

Current Events

by Norbert Link

We begin with reporting on the riots in France which have been described as the first stages of civil war and the most severe occurrance of urban violence for over 18 years. Ostensibly caused by the killing of a 17-year-old Muslim teenager by a police officer, the circumstances of which are under investigation, ensuing riots were blamed, among other reasons, on mass migration, the failure to integrate the country’s Muslim immigrant population; Muslim life in a ghettoized community; as well as a weak government.

We also speak on the rise of the political right in Europe.

We continue with numerous decisions of the US Supreme Court which have been applauded by the right and which have angered most of the left, even though they seem to be well-grounded in the Constitution, including the rejection of Biden’s student loan forgiveness program; the refusal of a web designer to design websites for same-sex weddings; and the prohibition of affirmative action because of race with respect to college admissions.

We also report on the unanimous decision of the US Supreme Court regarding accommodations of religious beliefs (including not working on the Sabbath unless it constitutes a substantial burden for the employer, causing him substantial hardship).

We continue with an explosive temporary injunction against the Biden Administration; and Joe Biden’s repeated (but highly questionable) denials of knowledge of or involvement with his son’s business deals and the White House’s refusal to even talk about the matter.

In this context, please view our new StandingWatch program, “Why Many Feel Joe Biden Should Not Run the USA.” This program discusses the question whether Joe Biden is habitually lying and/or whether he is suffering from worsening dementia.

We focus on reports about more attempts by the Biden Justice Department to charge Donald Trump and his attorneys with something; the troubled relationship between the UK and the USA; the coronation of King Charles of Scotland; and America’s endless wars. We address comments and actions by Marjorie Taylor Greene and Ron DeSantis; and focus on Tucker Carlson’s comments regarding Sodom and Gomorrah and Robert F. Kennedy Jr.’s stance on abortion.

We conclude with the dangerous nonsense of the Woke culture and increasing religious persecution in Europe.

Throughout this section, we have underlined pertinent statements in the quoted articles, for the convenience and quick overview of the reader.

Why Many Feel Joe Biden Should Not Run the USA

Many claim that Joe Biden is unfit for office because they believe that he lied intentionally and repeatedly to the American people in regard to his alleged knowledge of Hunter’s business dealings with foreign entities. But is there another explanation? What IF Joe Biden were to suffer from worsening dementia, as many suspect? This program evaluates the signs which could lead to that conclusion

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God Hates Lying… Do We?

Surely, politics has always been a fertile ground for lies, libel and slander, misrepresentation and misinformation, but it seems it has recently reached such a level which appears to be unique and unparalleled. This is partly due to the huge influence of the powerful left-wing mass media which is anxious to disseminate falsities regarding those of a different and less “popular” persuasion, while censoring and suppressing their “politically-not-correct” viewpoints. But lies are also met with a growing lethargy of the population being so accustomed to and familiar with all the falsehoods bombarding them that they don’t even bother anymore to try to make some sense out of the nonsense.

The LGBTQ+ movement and the “Woke” movement, which propagate and are based on many lies, did not even exist several years ago, but they have reached such a status today, that most do not even dare to question their standards and persuasions, lest they are being called divisive and hateful extremists. The support of the left-wing mass media and of most liberal politicians for these movements has of course largely contributed to their uprising. There is little attention given, if at all, to what the great Creator God has to say about them.

Politicians lie—we know that. But the recent explosion of lies and misrepresentations from the very top down should alarm all of us. It would take pages to list all the lies and suspected lies being circulated, from the so-called “Big Lie” (which might not be a lie at all) to the lies of the “Big Guy” (which might very well turn out to be a series of unconscionable lies). Any objective observer, who is not totally asleep, must admit that lying has become THE way of life for many, if not most politicians, journalists, business enterprises and governmental agencies.

We read a prophecy for our time in the book of Hosea which states that people have broken all restraint with respect to lying and other sins (Hosea 4:2)—lying has become their way of life. We read another end-time prophecy in the book of Isaiah which describes our nations in this way: “No one calls for justice, Nor does any plead for truth. They trust in empty words and speak lies” (Isaiah 59:4). Verses 14-15 add: “Justice is turned back, And righteousness stands afar off. For truth is fallen in the street, And equity cannot enter. So truth fails, And he who departs from evil makes himself a prey.”

God is Truth… He cannot lie (Titus 1:2). There has never been a lie which originates in and comes from the Truth (1 John 2:21). Satan, however, is the father of lies (John 8:44), because lies started with him. And Satan is today the god and ruler of this evil and rotten world (2 Corinthians 4:4; Ephesians 2:2). So, do we really wonder WHY there are so many lies in the world?

When God hates something to the very core of His being, it is lying. We read in Proverbs 6:16-19 that God hates lying and that a lying tongue and a false witness are an abomination to Him. Those who do not repent of their way of lying and cheating, slandering, libeling and inventing fake news and horrible falsehoods will meet a terrible fate. We read that “all liars” will be cast into the lake of fire to be burned up (Revelation 21:8), and those “who love and practice a lie” will not enter the heavenly Jerusalem (Revelation 22:15).

These words are empty warnings for most people today. And as bad as it is now when considering the lies and the liars in this world where “Truth has perished and has been cut off from their mouth” (Jeremiah 7:28), can you imagine that it will even get much worse? Yes, it is hard to imagine, but it is clearly prophesied.

In 2 Thessalonians 2, we read about the manifestation of the “man of sin,” who will sit in the temple of God and claim falsely that he is God (verse 4). He will come “according to the working of Satan, with all power, signs and lying wonders” (verse 9). Those will be deceived and believe the lie who did not receive the love of the Truth (verses 10-11)—and how precious few are those (who are described as truly converted called, chosen and faithful Christians) who DO love and obey and teach and stand up for the Truth, even speaking it in their hearts (Psalm 15:1-2)!

The time for embracing the Truth and exposing and reproving the evil and unfruitful works of lies and darkness is now (Ephesians 5:11). The more lies we allow to enter our thoughts and our lives, the more we will become gullible and receptive to Satan’s ongoing and ever-increasing deceptions which will culminate in the manifestation of the man of sin.

Here is what we must do and how we must feel, using David as an example: “I hate and abhor lying, But I love your law” (Psalm 119:163). And: “Remove from me the way of lying… I have chosen the way of truth” (Psalm 119:29-30).

Current Events

by Norbert Link

We begin with the sudden “coup” of the Wagner mercenaries in Russia which ended as quickly as it began. In spite of unverified allegations, it does not appear that Putin’s rule is over, or that Ukraine gained militarily from the foiled event. But there are speculations that the “coup” was staged.

We also report about Donald Trump’s repeated claims that he would end the war in Ukraine within 24 hours, even before arriving at the Oval Office, and that he will be America’s blessed peacemaker. We continue reporting on the ever-increasing break between Russia and the West.

We speak on the “Biden bribery scandal” and demands for initiating impeachment procedures against Joe Biden, who, it is claimed, is destroying America.

In this context, please view our recent StandingWatch program, titled, ‘Voting for Your Political Candidate?”

While the evidence of improper conduct by Biden and his family is mounting, an audio recording was “leaked” to CNN, allegedly establishing that Trump did not declassify a secret document. But regardless of what the recording might show, numerous legal issues question the admissibility of the tape in court.

We also report on an immigration decision of the US Supreme Court, siding with Biden; as well as two decisions regarding affirmative action and university admissions; and religious accomadation.

We speak on the dangerous Woke nonsense in Britain and the USA; further censorship of Robert Kennedy Jr. by YouTube; and we conclude with an interesting article referring to anti-Semitic Europe as “Babylon” and the rise of the right-wing “AfD” party in Germany.

Throughout this section, we have underlined pertinent statements in the quoted articles, for the convenience and quick overview of the reader.

¿Dios es una Trinidad?

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Cuál es la verdad bíblica sobre este tema de vital importancia, sin embargo extremadamente mal entendido?

En el cristianismo tradicional parece que todo el mundo “sabe” que Dios es una Trinidad—un Dios que consiste en tres personas, en concreto “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. La mayoría de los cristianos profesantes ni siquiera consideraría cuestionar esta enseñanza. Muchos dirán que, a no ser que crea en esta doctrina, no es un verdadero cristiano.

¿PERO QUÉ HAY DE USTED?

¿Alguna vez se ha preguntado si esta enseñanza se deriva de la Palabra de Dios, la Biblia? Tenemos prueba evidente de las Escrituras que el Padre y el Hijo son personas diferentes o seres divinos, y que ellos son Dios. La Biblia se refiere al Padre y a Jesucristo como Dios en numerosos pasajes—pero nunca se refiere al Espíritu Santo como Dios o como una persona divina diferente.

¿Por qué? Si la Trinidad es una doctrina tan importante, ¿por qué ni siquiera se menciona en la Biblia?

¿Sabía que esta “enseñanza clave” del “cristianismo ortodoxo” fue totalmente desconocida en los primeros tiempos del Nuevo Testamento y no fue generalmente aceptada hasta varios cientos de años después de que Cristo estableciera su Iglesia el día de Pentecostés en el año 31 d.C.? ¿Y sabía además que la Trinidad en realidad oculta y oscurece el hecho de quién y qué Dios es realmente—y porqué Dios le creó a Usted y cuál es su asombroso potencial?

Repasemos brevemente lo que nos dicen aquellos que creen y enseñan el concepto de la Trinidad al respecto. Esto por sí solo, ya podría ser una revelación para Usted.

LO QUE NOS DICEN LOS TEÓLOGOS ACERCA DE LA TRINIDAD

El teólogo protestante suizo Karl Barth escribió sobre el concepto de la Trinidad. La nueva enciclopedia de Funk y Wagnall se refiere a Karl Barth como “ampliamente considerado como uno de los pensadores cristianos más notables del siglo XX”. Escribió en “La Doctrina de la Palabra de Dios”, en la página 437: “La Biblia carece de la declaración expresa que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son de igual esencia y por lo tanto en igual sentido Dios mismo. Y la otra declaración expresa tampoco menciona que Dios es Dios, así y sólo así, es decir, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas dos declaraciones expresas que van más allá del testimonio de la Biblia son el doble contenido de la doctrina eclesiástica de la Trinidad”. (Énfasis añadido).

En otras palabras, el Prof. Karl Barth admite que la Biblia en ninguna parte dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son todos Dios.

Karl Barth no fue el único quien señaló que las Escrituras no enseñan expresamente el concepto de la Trinidad. Véase esta cita del Dr. William Newton Clarke, quien escribió el libro titulado “Un resumen de la teología cristiana”. Dice, por ejemplo, en la página 167, cuando analiza los primeros versículos del primer capítulo del libro de Juan: “No hay Trinidad en [el prólogo de Juan]; pero hay una distinción en la Deidad, una dualidad en Dios”.

Continúa en la página 168, después de haber establecido que el Nuevo Testamento sí enseña la divinidad de Jesucristo: “El Nuevo Testamento comienza la obra, pero no la termina; porque no contiene ninguna enseñanza similar con respecto al Espíritu Santo. La naturaleza única y la misión de Cristo se remontan a una base en el ser de Dios; pero en ninguna parte se muestra una base similar de la divinidad del Espíritu. La idea en el Nuevo Testamento nunca está dirigida a ese fin”. (Énfasis añadido).

En otras palabras, William N. Clarke está señalando aquí que la Biblia en ninguna parte declara que el Espíritu Santo es un ser divino.

Aquí hay una declaración del teólogo alemán Karl Rahner, a quien se describe en la Enciclopedia nueva de Funk y Wagnall como “el teólogo católico romano principal del siglo XX”. Esto es lo que dijo en el libro llamado “La Trinidad”, en la página 22: “…en realidad las Escrituras no presentan explícitamente una doctrina de la Trinidad ‘inminente’ (incluso el prólogo de Juan no es tal doctrina)”. (Énfasis añadido).

Notablemente, la Nueva Enciclopedia Católica respalda las declaraciones del Prof. Rahner y del Prof. Barth. En el artículo titulado “Trinidad”, primero señala, en el Vol. XIII, en la página 574, que “la Trinidad es… la verdad que en la unidad de la Deidad hay tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, estos no son tres Dioses, sino un sólo Dios… co-eterno y co-igual: todo igual o increado y omnipotente”.

Luego, después de haber hecho una declaración tan radical, continúa admitiendo: “El [Antiguo Testamento] claramente no contempla el espíritu de Dios como una persona, ni en el sentido estrictamente filosófico, ni en el sentido semítico. El espíritu de Dios es simplemente el poder de Dios. Si a veces se representa como distinto de Dios, es porque el aliento de Yahweh actúa exteriormente… “La mayoría de los textos [del Nuevo Testamento] revelan el espíritu de Dios como algo, no como alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre el espíritu y el poder de Dios…” (Énfasis añadido).

Pero entonces debemos preguntarnos por qué la Trinidad parece ser enseñada y aceptada universalmente en el cristianismo de hoy, cuando la Biblia no lo enseña expresamente. ¿Cómo se convirtió en parte del dogma cristiano?

CÓMO LA TRINIDAD SE CONVIRTIÓ EN DOGMA “CRISTIANO”

La Nueva Enciclopedia Católica explica en el Vol. 14, en la página 295, en el artículo “Trinidad”:

“…cuando uno habla de Trinitarianismo incondicional, uno se ha movido del período de los orígenes cristianos al, digamos, último cuadrante del siglo IV. Fue solo entonces que lo que podría llamarse el dogma trinitario definitivo, ‘un Dios en tres personas’, se asimiló completamente en la vida y el pensamiento cristiano”.

¿Cómo ocurrió esto?

La verdad, como suele ser el caso, es más extraña que la ficción. En su libro, “Una historia de Dios”, la exmonja católica Karen Armstrong nos da una perspectiva interesante de lo que sucedió. Ella escribe en las páginas 117 y 118, cuando describe cómo la Trinidad encontró su camino desde la ortodoxia griega hasta el mundo occidental: “… la Trinidad sólo tenía sentido como una experiencia mística o espiritual… No era una formulación lógica o intelectual sino un paradigma imaginativo que confundía la razón … Para muchos cristianos occidentales… la Trinidad es simplemente desconcertante [en otras palabras, un “misterio”]…

“Lógicamente, por supuesto, no tenía ningún sentido… Gregorio de Nacianceno había explicado que la misma incomprensibilidad del dogma de la Trinidad nos enfrenta al misterio absoluto de Dios; nos recuerda que no debemos esperar entenderlo… No era bueno, por ejemplo, intentar descifrar cómo las tres hipóstasis [en griego, “personas”] de la Deidad eran al mismo tiempo idénticas y distintas. Esto estaba más allá de las palabras, los conceptos y los poderes humanos de análisis”.

Karen Armstrong continúa explicando que, en el mundo occidental, el padre de la Iglesia Católica Agustín introdujo un concepto ligeramente diferente de la Trinidad. En lugar de hablar de “un Dios en tres personas”, acuñó la frase “un Dios en tres manifestaciones”.

También se nos dice que fue el renombrado Tomás de Aquino quien popularizó las enseñanzas de los griegos, como Platón y Aristóteles, en el mundo occidental. Y al hacer esto, los cristianos occidentales aprendieron que Aristóteles también había enseñado una trinidad—pero él había llamado a las tres personas o manifestaciones—“pensador, pensamiento y motor inmóvil”.

Durante la Reforma, el dogma de la Trinidad fue rechazado por algunos de los reformadores, pero no, por ejemplo, por Lutero y Calvino. Para ellos, según Karen Armstrong, “estas doctrinas tradicionales de Dios estaban demasiado arraigadas en la experiencia cristiana como para que Lutero o Calvino las cuestionasen” (página 277).

Y debido a esta obediencia irreflexiva a las ideas inventadas por el hombre, Calvino comenzó a perseguir a aquellos que señalaban problemas con el concepto de la Trinidad. Leemos en la página 280: “En 1553, Calvino hizo ejecutar al teólogo español Miguel Servet por su negación de la Trinidad. Servet había huido de la España católica y se había refugiado en la Ginebra de Calvino, alegando que volvía a la fe de los apóstoles y de los primeros padres de la iglesia, que nunca habían oído hablar de esta doctrina extraordinaria… La doctrina de la Trinidad era una invención humana que había alienado las mentes de los hombres del conocimiento del verdadero Cristo… Sus creencias fueron compartidas por dos reformadores italianos—Giorgio Blandrata… y Faustus Socinus…” (Énfasis añadido).

Las críticas hacia el concepto de la Trinidad continuaron. En 1699, Gottfried Arnold escribió un libro argumentando que la Trinidad, aunque considerada ortodoxa, no se podía rastrear hasta la iglesia original. (página 306). El poeta puritano John Milton también tenía “dudas sobre doctrinas tradicionales como la Trinidad”. (página 308).

Karen Armstrong continuó: “El cristianismo… retuvo muchos elementos paganos en su descripción de Dios… El cristianismo… le había dado la espalda a sus raíces judías y había vuelto a la irracionalidad y las supersticiones del paganismo (p. 369) Orígenes y Clemente de Alejandría habían sido cristianos liberales… cuando habían introducido el platonismo en la religión semítica de Yahvé” (págs. 383-384). (Énfasis añadido).

Con lo cual aprendemos que el concepto de la Trinidad, “un Dios en tres personas”, se deriva, entonces, no de la Biblia, sino de los paganos griegos, habiendo encontrado una vía en el cristianismo desde edades tempranas.

El concepto sigue siendo un tema confuso, tanto que muchos cristianos de hoy que dicen creer en la Trinidad ni siquiera lo entienden. En la página 201 del libro de Karen Armstrong, ella escribe: “A todos los efectos y propósitos, muchos cristianos occidentales no son realmente trinitarios. Se quejan de que la doctrina de Tres Personas en un Dios es incomprensible, sin darse cuenta de que para los griegos esa era la misma finalidad”.

Pero la Verdad de Dios es clara. No debe ser incomprensible para sus seguidores. Sin embargo, Pablo advirtió que debemos tener cuidado de no corrompernos “con la simplicidad que es en Cristo”. (2 Corintios 11:3). Si uno no puede entender una de las doctrinas principales que se presentan, es probable que algo vaya mal con lo que se presenta. Debemos tener cuidado, entonces, con que la Biblia sea la prueba de lo que creemos.

SALUDOS DE PABLO A LAS IGLESIAS

Una de las pruebas más convincentes que se encuentra en la Biblia de que el Espíritu Santo NO es una persona divina o un ser divino y, por lo tanto, que el concepto de la Trinidad es erróneo, es el hecho de que ninguno de los escritores trae saludos del Espíritu Santo. Por ejemplo, el apóstol Pablo trae saludos de Dios el Padre y de Jesucristo. Ni una sola vez incluye saludos del Espíritu Santo.

Observe cómo Pablo saluda a los corintios en 1 Corintios 1:1-3. “Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

En prácticamente todos los escritos de Pablo, encontrará la misma introducción (compare 2 Corintios 1:1-2; Gálatas 1:1-3; Efesios 1:1-2; Fil. 1:1-2; Colosenses 1:1-2; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1-2; 1 Timoteo 1:1-2; 2 Timoteo 1:1-2; Tito 1:1-4; y Filemón 1-3). En ninguna parte se incluye el Espíritu Santo en los saludos que Pablo trae de parte de Dios el Padre y Jesucristo. Esto muestra, claramente, que Pablo no fue inspirado por Dios para revelar el personaje del Espíritu Santo. Qué descuido e insulto sería esto para el Espíritu Santo SI el Espíritu Santo fuera una de tres personas—y un ser divino.

EL ESPÍRITU SANTO NO ES DIOS

Otra prueba bíblica en contra de la Trinidad es que el Espíritu Santo en ninguna parte se identifica como Dios. En las Escrituras no se registra nadie que haya orado al Espíritu Santo. Además, el Espíritu Santo tampoco se describe nunca como un ser separado. Más bien, el Espíritu Santo emana de Dios el Padre y de Jesucristo. Se podría decir que el Espíritu Santo es parte de Dios, como, por ejemplo, el brazo, el ojo o la mano es parte de un ser humano, o de Dios, en este sentido. Pero el brazo no es un ser en sí mismo, y el brazo tampoco es una persona—no se podría decir que el brazo del hombre es otro hombre, o el brazo del Señor es otro ser divino. Asimismo, el Espíritu Santo de Dios no es un ser o una persona divina separada dentro de la Deidad.

Considere cómo Dios le dio los Diez Mandamientos a Moisés, escritos con su propio dedo en tablas de piedra (compare Ex. 31:18). Dios usó su dedo para dar entendimiento a Moisés, pero esto no significa que el dedo de Dios sea una persona distinta o un ser divino. El dedo de Dios era parte de Dios, pero no separado de Dios. Lo mismo es cierto para el Espíritu Santo. Es parte de Dios, que emana de Dios, pero no es Dios, ni es un ser divino.

¿QUIÉN ENGENDRÓ A CRISTO?

Jesús mismo oró exclusivamente al Padre. Ni una sola vez oró al Espíritu Santo. SI el Espíritu Santo fuera una persona, y un ser divino separado, entonces el Jesucristo humano habría orado a la persona equivocada. ¿Cómo podemos decir esto?

Considere que Jesucristo fue llamado el Hijo de Dios, no el Hijo del Espíritu Santo, aunque fue concebido por el Espíritu Santo. Observe en Mateo 1:18: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”.

La Palabra inspirada de Dios nos dice claramente que el Espíritu Santo hizo que Maria se quedara embarazada. Note las palabras de un ángel a José, como están escritas en Mateo 1:20: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado [gennao en griego], del Espíritu Santo es”.

Pase ahora a Lucas 1:32 y 35, donde encontramos más de las palabras inspiradas del ángel a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre… El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Estas Escrituras en Mateo y Lucas nos dicen que, SI el Espíritu Santo fuera una persona y Dios, entonces Cristo habría sido el HIJO del Espíritu Santoy NO del Padre.

Sin embargo, Juan 1:14 dice que fue el Padre quien engendró a Cristo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Entonces, ¿encontramos una contradicción entre el registro de Lucas aquí, que nos dice que el Espíritu Santo engendró a Jesús, y el registro de Juan, que dice que fue Dios el Padre? ¡De ninguna manera! Más bien, vemos que DIOS el PADRE engendró a Cristo por el poder de su Espíritu. Esto prueba que el Espíritu Santo no puede ser una persona—de lo contrario, tendríamos una contradicción aquí, con Cristo teniendo dos padres—el “Padre” y el “Espíritu Santo”—y con la “persona” y el tercer miembro de la “Trinidad”, el Espíritu Santo, siendo el Padre “principal” de Cristo.

Recuerde también que el ángel le dijo a María en el libro de Lucas que Cristo sería llamado Hijo del Altísimo. Si el Espíritu Santo fuera una persona, entonces el Espíritu Santo por el cual María fue impregnada sería el MÁS ALTO en la Deidad. ¡Por supuesto, esto es absurdo! ¡Nadie de los que creen en la Trinidad han declarado JAMÁS que el Espíritu Santo sea el más alto! Muy al contrario, afirman que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son todos IGUALES. Que ninguno es MÁS ALTO que el otro.

El hecho de que el Espíritu Santo no puede ser una persona divina o Dios queda muy claro al considerar quién en la Deidad es llamado el “más alto”. La Biblia nos muestra que es el Padre (y no el Espíritu Santo) quien es el más alto en la Deidad. Véase Efesios 4:6: “…un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.

Esto nos dice que el PADRE es el más alto, “sobre todo”. El Padre es más alto que Cristo (compare Juan 10:29, “Mi Padre… es mayor que todos”). Entonces, cuando Jesucristo fue llamado Hijo del Altísimo, fue llamado Hijo de Dios el Padre, no del Espíritu Santo. Fue Dios el Padre quien, por medio de su Espíritu Santo, impregnó a María. Ella estaba embarazada DE o A TRAVÉS del Espíritu Santo. Dios el Padre, el más alto en la Deidad, causó el embarazo de María a través del poder de Su Espíritu Santo. (Tenga en cuenta que en Lucas 1:35, el Espíritu Santo se define como el “poder del Altísimo”).

EL PADRE CREÓ TODO A TRAVÉS DE CRISTO

También es notable que el Espíritu Santo no se mencione en un pasaje como 

1 Corintios 8:6, donde se describe la Deidad. Uno seguramente esperaría que el Espíritu Santo estuviera mencionado aquí de alguna manera, si fuera una persona. Pero tome nota de lo que leemos: “…para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.

SI el Espíritu Santo fuera una persona, ¿por qué no se menciona aquí? Leemos que hay un solo Dios—el Padre—y un solo Señor—Jesucristo. Y leemos que todas las cosas son POR MEDIO de Cristo. Entonces fue CRISTO quien creó todo. O bien, se podría decir que Dios el Padre creó todo A TRAVÉS de Cristo. Colosenses 1:16 lo confirma: “todo fue creado por medio de él”. (Hay Escrituras adicionales que revelan esta verdad, como Juan 1:1-3; 1 Corintios 8:5-6; y Hebreos 1:1-2). ¿Y cómo lo hizo Cristo? A través del poder de Su Espíritu Santo. Pero seguía siendo Cristo. Si el Espíritu Santo fuera una persona, entonces Dios no habría creado todo a través de la persona de Cristo, sino a través de la persona del Espíritu Santo. Esto muestra que el Espíritu Santo no puede ser una persona.

ESPÍRITU COMPARADO CON AGUA

Observemos ahora un pasaje en Hechos 2 que muestra, también, que el Espíritu Santo no puede ser una persona. Hechos 2:17 dice: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré DE mi Espíritu sobre toda carne”. El Espíritu Santo no puede ser una persona, ya que uno no puede “derramar” una persona y uno no puede dividir a una persona, enviando algo DE esa persona a otra.

Otro ejemplo se encuentra en Juan 4:10, 14, donde se compara el Espíritu con agua. Jesús le dice a la mujer junto al pozo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva… más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Más tarde, la Biblia deja muy claro que Cristo aquí estaba hablando del Espíritu Santo, comparándolo con el agua viva que se derrama. Leemos en Juan 7:37-39: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…)’”.

Cristo compara el Espíritu Santo con el AGUA viva. Leímos anteriormente que Dios derrama de su Espíritu Santo—nuevamente se usa la misma analogía de agua que se derrama sobre o dentro de las personas. ¿Cómo se puede comparar a una persona con el agua que se derrama? Algunos dicen que esto es solo una analogía. Por ejemplo, se compara a Dios con un fuego consumidor en Hebreos 12:29, pero Él no es un fuego.

Sin embargo, Dios se parece mucho a un fuego abrasador cuando se revela a los ojos del hombre. Véase Exodus 24:17. Sin embargo, en NINGUNA PARTE se representa a Dios como agua que está siendo derramada. Tal descripción simplemente no se ajusta a una persona, mostrando que el Espíritu Santo no es una persona.

EL ESPÍRITU DEL PADRE Y DEL HIJO MORA EN NOSOTROS

Hechos 2:33 dice: “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado [Cristo] esto que vosotros veis y oís?”.

Obsérvese que aquí dice que Cristo recibió el Espíritu Santo del Padre, y que Cristo luego derramó el Espíritu del Padre. Esto se confirma, también, en Juan 15:26, donde leemos las palabras de Cristo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” Nuevamente, se nos dice aquí que Cristo nos envía el Espíritu Santo del Padre (compare también Juan 16:7).

Vea también las palabras de Cristo en Juan 14:16-17: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad… porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” Aquí vemos que es el Padre quien nos dará el Espíritu Santo. Lo hace por medio de Cristo, como leímos antes.

[Abordaremos más adelante en el folleto por qué a veces se hace referencia al Espíritu Santo con “Él”, como es el caso en los dos pasajes citados anteriormente. Mostraremos que esto no demuestra en absoluto que el Espíritu Santo es una persona.]

Tito 3:5-6 confirma que el Padre nos da el Espíritu Santo a través de Jesucristo: “[Dios] nos salvó, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador”.

Sin embargo, en Juan 14:26 también vemos que el Padre mismo nos envía su Espíritu Santo, en el nombre de Jesucristo. Cristo dijo: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.

Observe que no es solo el Espíritu Santo del Padre que mora en nosotros. También vemos que es el Espíritu de Cristo que mora en nosotros. Gálatas 4:6 nos dice: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!’” Vemos aquí que Dios el Padre envió el Espíritu de su Hijo, Jesucristo, a nuestros corazones, y porque es el Espíritu de Su Hijo, podemos llamar a Dios nuestro Padre. Obsérvese también en Filipenses 1:19: “Porque sé que, por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación”. Una vez más, es el Espíritu de Cristo que mora en nosotros—¡no una tercera persona!

Que el Espíritu del Padre y de Cristo mora en nosotros queda muy claro al leer Romanos 8:9: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Aquí leemos que el Espíritu de Dios mora en nosotros, y cuando no tenemos al Espíritu de Cristo morando en nosotros, ni siquiera somos cristianos.

Entonces, si juntamos todos estos pasajes, podemos ver que el Espíritu de Dios el Padre y de Cristo mora en nosotros, y que tanto Dios el Padre como Jesucristo nos envían, o derraman en nosotros, el Espíritu Santo. ¿Pero cómo puede ser eso? ¿No hay sólo UN Espíritu?

UN E SPÍRITU

Claramente solo hay un Espíritu, así como solo hay un bautismo, una fe, una esperanza y un cuerpo (compare Efesios 4:4-5). Pero considere esto: Aunque haya solamente un bautismo, hay muchos individuos que se bautizan. Y aunque haya solamente un solo cuerpo, hay muchos miembros en ese cuerpo (compare 1 Corintios 12:14). Y sabemos que el ÚNICO Dios consta del Padre y del Hijo, es decir, Dios no es una sola persona.

Lo mismo es cierto en el caso del Espíritu Santo. Hay un SOLO Espíritu, pero tanto Dios el Padre como Jesucristo son seres espirituales, y el Espíritu Santo emana de ambos. Por eso leemos sobre el Espíritu del Padre y el Espíritu de Cristo. Cuando leemos que hay un Espíritu, entonces la referencia es a la unidad o armonía entre Dios el Padre y Jesucristo. Es exactamente lo mismo cuando Cristo dijo: “Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:30). Cristo no quiso decir que el Padre y Él eran “un” ser—sino que eran “uno” en propósito, meta, mentalidad y carácter. Cuando Cristo pronunció estas palabras, claramente era una persona separada de Dios el Padre. Cristo dijo en Juan 17:11 que todos debemos ser uno, como el Padre y Cristo son uno en espíritu—no en el sentido de que todos nos convirtiésemos en un solo ser, sino más bien, que todos fuéramos del mismo espíritu. Dios el Padre y Cristo son uno en espíritu, y de la misma manera nosotros debemos llegar a ser uno en espíritu.

Véanse las palabras de Cristo en Juan 14:23: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Tanto el Padre como Jesucristo viven en nosotros. Juan 14:16-18 confirma también que no sólo el Padre, sino también Jesucristo vive en nosotros, a través del Espíritu Santo, cuando Cristo dijo a sus discípulos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador…, el Espíritu de verdad…[que] mora con vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. Tanto Dios el Padre como Jesucristo, ambos han venido a nosotros, y ambos han hecho su morada con nosotros. Lo hacen a través del Espíritu Santo que fluye de ambos hacia nosotros. Esto prueba, como veremos más adelante, que el Espíritu Santo no puede ser una persona.

Primero, sin embargo, volvamos a Juan 7:37-39. Esta Escritura está directamente relacionada con el pasaje de Juan 14:23 y demuestra, también, que el Espíritu Santo no es una persona. Dice así: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Tenga en cuenta que la palabra “venido” está en cursiva, lo que significa que no está en el griego original; fue agregado por el traductor. Otros traductores presentan este pasaje de manera bastante diferente:

La Nueva Versión Internacional: “…hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía”.

La Palabra de Dios para Todos: “…pues aún no estaba el Espíritu…”

Dios Habla Hoy: “…y es que el Espíritu todavía no estaba…”

Cuando revisamos esto en la traducción interlineal del griego, que traduce el griego original palabra por palabra, encontramos la siguiente frase: “…porque aún no era el Espíritu Santo, porque Jesús aún no había sido glorificado”.

Las traducciones al alemán son todas bastante consistentes en sus representaciones. La Biblia de Lutero revisada, la Biblia de Elberfelder y la Biblia de Menge, todas afirman: “El Espíritu aún no estaba allí…”

La Biblia de Zuercher incluso dice: “…el Espíritu Santo aún no existía…”. Señalan en el Apéndice: “Algunos han traducido, ‘el Espíritu Santo aún no había sido dado’, porque se sintieron ofendidos por el texto original literal”.

Pero ¿cómo podría ser esto? ¿Cómo es posible decir que el Espíritu Santo aún no existía, o aún no estaba, si Cristo aún no había sido glorificado?

La respuesta queda clara cuando consideramos que solo un ser divino glorificado puede dar Su Espíritu Santo a otros. Cuando Cristo pronunció esas palabras, el Espíritu Santo del Padre claramente estaba allí y moraba en Él—pero aquí Cristo se refería a Sí mismo. Él dijo: “Aquel que tenga sed, que venga a MÍ”. Y Cristo era un hombre cuando dijo eso, y como hombre, habiendo renunciado a Su gloria, no podía dar el Espíritu Santo, emanando de Él como un ser divino glorificado, a otros. Recuerde, fue el Espíritu Santo del PADRE (a diferencia del Espíritu Santo de Cristo) que moró en Cristo, y a través del cual Cristo hizo las obras maravillosas (compare Hechos 10:38-39).

Para que Cristo pudiera derramar su Espíritu Santo en otros, primero necesitaba ser glorificado. Cristo aclaró esto cuando dijo en Juan 16:7: “…si yo no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré”. Esto demuestra, entonces, varias cosas: Prueba que cuando Jesucristo estuvo aquí en la tierra, era un hombre, hecho TOTALMENTE de carne y hueso. NO era humano y divino al mismo tiempo. No era completamente hombre y completamente DiosEste pasaje demuestra que el Espíritu Santo no es una persona. Más bien, el Espíritu Santo emana de seres divinos glorificados. Mientras Cristo no fue glorificado, no tenía de Su propio Espíritu Santo para conceder a otros. Es por eso por lo que el Espíritu Santo de Cristo glorificado todavía no estaba presente—SÓLO el Espíritu Santo del Padre estaba presente.

Pero luego, después de la resurrección y glorificación de Cristo, tanto el Padre como el Hijo moran en nosotros a través de su Espíritu—el Espíritu Santo—que emana o procede tanto del Padre como del Hijo.

Los pasajes en Juan 14:23 y Juan 7:37-39 (mencionados anteriormente) nos muestran entonces por qué el Espíritu Santo no puede ser una persona o ser separado o distinto dentro de la deidad: Ya que el Espíritu del Padre y del Hijo vive en nosotros, dos personas vivirían en nosotros, y la deidad no consistiría solamente de tres personas, sino de cuatro: Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo del Padre y Dios el Espíritu Santo del Hijo. Pero nadie enseña, según nuestro conocimiento, que Dios consta de cuatro personas. Y así vemos, no importa cómo lo miremos, ¡el concepto entero, de que el Espíritu Santo es una persona separada, no tiene base bíblica!

UN MEDIADOR

Jesús es nuestro Mediador, nuestro único Mediador, entre nosotros y Dios el Padre. Pase a 1 Timoteo 2:5-6, y note: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

Dios el Padre nunca se hizo hombre, pero Cristo sí. Entonces, Cristo es el único Mediador entre Dios y el hombre, ya que Cristo puede compadecerse de nuestras debilidades, habiendo sido tentado en todo, cuando era hombre, como lo somos nosotros hoy. Hebreos 4:15 nos dice: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.

Pasemos ahora a Romanos 8:26, donde se nos dice lo que el Espíritu Santo hace por nosotros: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Aquí leemos que el Espíritu intercede por nosotros, es decir, que es un “mediador” entre Dios y el hombre. Entonces, SI el Espíritu Santo fuera una persona, tendríamos dos mediadores, Jesucristo y el Espíritu Santo.

Sin embargo, veamos qué significa la afirmación de que el Espíritu intercede por nosotros. Continuando en el versículo 27 de Romanos 8 se nos dice: “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. ¿Y quién es exactamente el que escudriña el corazón y el que intercede?

La respuesta está en Romanos 8:34: “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”.

Véase en 2 Corintios 3:17: “Porque el Señor ES el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

Entonces vemos que es Cristo, a través de Su Espíritu, quien intercede por nosotros. (compare Hebreos 9:15; 7:25; 1 Juan 2:1). Tanto el Padre como el Hijo son seres espirituales. Cristo nos dice en Juan 4:24 que DIOS ES Espíritu. También se menciona en 1 Corintios 15:45 que Jesucristo, después de Su resurrección, se convirtió en “Espíritu vivificante”. Jesucristo era Dios. Era un ser espiritual antes de convertirse en hombre, y se convirtió en Dios, un ser espiritual vivificante, en el momento de su resurrección. (compare Tito 2:13).

Ahora abordaremos brevemente cómo Cristo, a través de su Espíritu, intercede por nosotros. Aunque Dios el Padre y Jesucristo SON Espíritu, tienen forma y figura, un cuerpo, manos, brazos, ojos, etc., pero están compuestos de espíritu, no de materia. Vemos a Dios el Padre y a Cristo descritos sentados en un trono. Pero Cristo no siempre está en el cielo. Apareció al hombre antes de su nacimiento como ser humano y después de su resurrección. Regresará visiblemente, montado en un caballo blanco. Entonces, en este sentido, está en cierto lugar en cierto momento, pero Él ES omnipresente, es decir, en todos los lugares en todo momento, a través de su Espíritu. El Espíritu se puede comparar con el aire que rodea el globo. El aire está en todas partes. De la misma manera lo es Cristo, a través de su Espíritu, y es a través de Su Espíritu como Cristo puede interceder por nosotros ante el Padre en cualquier momento, sin importar dónde se encuentre.

Hemos visto, pues, que Cristo intercede por nosotros a través de su Espíritu. Eso demuestra que el Espíritu Santo no puede ser una persona, porque de lo contrario Cristo no sería el único Mediador entre Dios y el hombre—sino que el Espíritu Santo sería otro o un segundo mediador.

¿PRUEBAS DE LA TRINIDAD?

Hay algunas Escrituras que parecen “demostrar” el concepto de la Trinidad, pero un estudio más detenido de esas Escrituras revela que eso no es el caso. Echemos un vistazo más detallado a estas Escrituras.

¿1 Juan 5:7-8 demuestra la Trinidad?

1 Juan 5:7-8 es probablemente el texto más citado para “demostrar” que Dios es una Trinidad. Dice así: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan”.

La forma en la que se traduce este pasaje se considera por algunos como un texto de prueba que demuestra que el Espíritu Santo es una persona. Pero esto no es cierto en absoluto. Con esa lógica dada al versículo 7 (“tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”), seguiría después del versículo 8 (“tres son los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres concuerdan”), que “agua” y “sangre” también tendrían que ser personas. Pero nadie afirma eso.

Además, la mayoría de los académicos están de acuerdo que las palabras en el versículo 7, “en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”, fueron añadidas posteriormente por la Iglesia Católica para “demostrar” la Trinidad, y que estas palabras no estaban en los escritos originales. Muchas traducciones y comentarios de la Biblia afirman que esta frase en particular, denominada “Comma Joanneum”, no “figura en las mejores autoridades y constituye una adición tardía en el Texto latino”. [Biblia Pattloch, Apéndice, página 85].

La Biblia Zürcher comenta en una nota al pie de página que “este pasaje se agregó en el siglo IV en el texto latino, y solo en el siglo XV en algunos textos griegos”. La Nueva Versión Internacional agrega en una nota al pie de página que esta frase en particular solo se contiene “en los últimos manuscritos de la Biblia latina y que no se encuentra en ningún manuscrito griego anterior al siglo XVI”. Otros comentarios señalan que estas palabras son claramente una falsificación y que, por lo tanto, se han omitido correctamente, incluso como nota al pie de página, en muchas traducciones modernas. Por lo tanto, este pasaje claramente no es prueba alguna de que el Espíritu Santo sea una persona divina separada.

¿Mateo 28:19 demuestra la Trinidad?

Si hay alguna Escritura, además de la de 1 Juan 5:7-8, que ha sido citada con más frecuencia que cualquier otra, para “demostrar” la existencia de la Trinidad, esa sería la de Mateo 28:19. Veamos este pasaje en contexto, comenzando con el versículo 18:

“(18) Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. (19) Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, (20) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén’”.

Estas palabras de Jesús no demuestran una Trinidad. Como el papel de Cristo en la ceremonia bautismal es sumamente importante (compare Romanos 6:1-4; Gálatas 3:27), también lo es el papel del Padre. Fue Dios el Padre quien dio a su Hijo unigénito como sacrificio por nosotros, para que pudiéramos tener vida eterna. Una vez que nos arrepentimos y creemos, debemos ser bautizados como una señal externa de arrepentimiento interno, para “enterrar nuestro viejo yo”. Una vez que salimos de la tumba de agua, debemos caminar en novedad de vida. Y esto solo se puede hacer con la ayuda del Espíritu Santo de Dios.

Debemos hacer discípulos bautizándolos y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo mandó. Y, bautizamos una persona “en” o “a” [la palabra griega eis puede significar “en” o “a”] el “nombre” o “posesión” [la palabra griega onoma puede significar “nombre” o “posesión”] del Padre y del Hijo, ambos presentes a través del Espíritu Santo. Toda la cláusula, “bautizar en el nombre de”, en griego, “eis (to) onoma tinos”, también transmite el significado de estar bajo el “control” o “autoridad” del Padre y del Hijo (compare Strong’s, #3836 y William Arndt y F. Wilbur Gingrich, página 575). Y como veremos en la siguiente sección, es el Espíritu Santo, emanado del Padre y del Hijo, por el cual tenemos comunión con el Padre y Jesucristo.

Cuando somos bautizados en el nombre o posesión de Jesús, reconocemos que somos bautizados en Su muerte (Romanos 6:3). Cuando salimos de la tumba de agua, y uno de los ministros de Dios pone sus manos sobre nuestras cabezas y le pide a Dios el Padre que administre de su Espíritu Santo, que emana tanto del Padre como del Hijo, reconocemos que es el Espíritu Santo de Dios que fluye en nosotros y que nos permite caminar en novedad de vida. También reconocemos que estamos entrando, en ese mismo momento, en la Familia de Dios como hijos engendrados, pero aún no nacidos de nuevo, y hermanos y hermanas de nuestro hermano mayor Jesucristo. En ese sentido, nos convertimos en posesión o “propiedad” de la Familia Dios. Y todo esto es posible, entonces, a través del Espíritu Santo de Dios, que habita en nosotros. Entonces, en lugar de enseñar el personaje del Espíritu Santo, Mateo 28:19 enseña cómo Dios lo hace posible, a través de Su Espíritu en nosotros, que llegamos a ser parte de la Familia de Dios.

¿2 Corintios 13:14 demuestra la Trinidad?

2 Corintios 13:14 dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”. Entienda, ahora, que obtenemos comunión o compañerismo a través del Espíritu Santo, pero notemos con quién tenemos comunión o compañerismo. 1 Corintios 1:9 nos dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. (Véase también Filipenses 2:1, que señala que “consuelo en Cristo” es lo mismo que “consuelo de amor” y “comunión del Espíritu”). Y 1 Juan 1:3 agrega: “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y verdaderamente nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo”.

Nuestra comunión con el Padre y Jesucristo se logra a través del Espíritu Santo, que fluye de Dios y nos une a Dios y a nuestros hermanos. El pasaje en 2 Corintios 13:14 no nos enseña que el Espíritu Santo es un ser divino.

¿Hechos 5 demuestra la Trinidad?

Algunos usarían 1 Juan 1:3 como prueba de que el Espíritu Santo es Dios y el tercer miembro de la Trinidad. Como antecedentes, Ananías y su esposa Safira decidieron vender una posesión y dar parte de las ganancias a los discípulos, alegando falsamente, sin embargo, que era todo lo que habían recibido. Pedro respondió: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo… No has mentido a los hombres, sino a Dios”. (versículos 3-4). Más tarde, le dijo a Safira: “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?”

Algunos dicen que en este pasaje Pedro identificó al Espíritu Santo con Dios. Pero Pedro no hizo tal cosa. Más bien, les dijo a Ananías y Safira que el Espíritu de Dios—“el Espíritu del Señor”—moraba en él y en los otros discípulos, y que Dios estaba presente a través de su Espíritu. Ananías y Safira no solo habían mentido a seres humanos, sino al Espíritu Santo de Dios, que moraba en esos seres humanos, y dado que Dios el Padre y Jesucristo moran en nosotros a través del Espíritu Santo, en realidad habían mentido directamente a Dios el Padre y a Dios el Hijo. Pedro no dijo que el Espíritu Santo era Dios, sino que, a través del Espíritu Santo, Dios estaba presente.

Recuerde—Dios es omnipresente a través de su Espíritu. En Salmos 139:7, David también aclara que Dios está en todas partes a través de Su Espíritu. Él pregunta: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?” El Espíritu Santo no es un ser divino distinto o separado, sino que emana de Dios, de modo que Dios, teniendo forma y figura, es omnipresente.

Esperamos que ahora pueda ver cómo se pueden torcer las Escrituras para proporcionar una supuesta prueba de algo que no es cierto en absoluto, y que la misma Biblia proporciona las respuestas si uno está dispuesto a buscar y encontrar esas respuestas reveladas—las pruebas verdaderas. 

¿La personificación demuestra la Trinidad?

¿Qué hay de personificar o prestar atributos humanos a algo que no es una persona? ¿Es eso prueba de la Trinidad? Algunos quieren demostrar la Trinidad, y especialmente la idea que el Espíritu Santo es una Persona divina consciente, recurriendo a Escrituras que parecen implicar que el Espíritu Santo hace algo, o que piensa y habla. Echemos un vistazo más detenidamente a algunos de estos ejemplos de personificación.

EL ESPÍRITU SANTO VS. EL ESPÍRITU EN EL HOMBRE

Un tal ejemplo se encuentra en 1 Corintios 2:10. El contexto aquí es que algo que no es físico mora en cada ser humano. La Biblia llama a este componente no físico en cada persona el “espíritu en el hombre” o el “espíritu del hombre”. Este espíritu humano distingue al hombre de los animales en inteligencia, mentalidad y habilidades. Pablo continúa señalando que cada persona convertida también tiene el Espíritu Santo dentro de él o ella, lo que distingue la mente convertida de la mente natural no convertida en entendimiento espiritual, comprensión y capacidad para vivir según principios espirituales. El versículo 10 dice: “Pero Dios nos las reveló [las cosas espirituales] a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

Esto suena como si el Espíritu de Dios fuera un ser consciente, activo y distinto. Pero planteemos la pregunta—¿es el “espíritu en el hombre” un ser consciente, activo y distinto? Sabemos que no lo es, porque cuando el hombre muere, el “espíritu del hombre” vuelve a Dios, pero ni ese “espíritu” del hombre muerto, ni el mismo muerto, tienen conciencia alguna [Para pruebas de esto, lea nuestro folleto, Evolución: ¿un cuento de hadas para adultos?].

Analicemos ahora Salmos 77:6: “Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría”. Mientras que tanto el Espíritu Santo dentro de nosotros como el “espíritu en el hombre” dentro de nosotros hace una búsqueda diligente, el “espíritu en el hombre” no es un ser distinto. El pasaje en 1 Corintios 2:10 tampoco muestra, entonces, que el Espíritu Santo es un ser distinto.

Continuemos en 1 Corintios 2:11, la última frase: “…nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. Esto suena nuevamente como un ser distinto y consciente. Pero leamos la primera parte de esa frase: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?”

Entonces nuevamente, tanto el Espíritu de Dios como el “espíritu del hombre” “saben” algo. Esta terminología no justifica la conclusión de que el Espíritu Santo sea un ser divino—de lo contrario, el “espíritu en el hombre” también tendría que ser un ser, lo cual no lo es.

Véase también el siguiente pasaje en Romanos 8:16: “El Espíritu [Santo] mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. 

Si el Espíritu Santo fuera una persona porque da testimonio, ¿entonces el “espíritu en el hombre” también sería una persona porque da testimonio? No, “el espíritu en el hombre” no es una persona adicional en el hombre donde reside; es decir, no hay una persona adicional viviendo en cada persona. Todo ser humano tiene un “espíritu en el hombre”, sin importar si la persona está convertida o no. Pero una vez convertida, la persona además tiene al Espíritu Santo de Dios viviendo en ella. El resultado se describe en 1 Corintios 6:17: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. En otras palabras, se han convertido, o se están convirtiendo en uno, en mente y propósito. Y por eso leemos que tanto el Espíritu Santo como nuestro espíritu dan testimonio al hecho de que somos hijos de Dios. Esto no hace que el Espíritu Santo y nuestro espíritu sean personas. Más bien, es una manera de decir que debido al Espíritu Santo que vive en nosotros, obrando y guiando nuestro espíritu humano, Dios nos llama sus hijos.

LA SABIDURÍA HUMANA Y LA MENTE DE CRISTO

Sigamos leyendo en 1 Corintios 2, versículo 13, para ver cómo la Biblia describe ciertos conceptos que queden más claros para aquellos que son llamados por Dios, mientras que otros tropiezan en la Palabra. Leemos: “Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”. Tanto el Espíritu Santo como la sabiduría del hombre se describen aquí como “enseñanza” de algo. Pero, así como la sabiduría del hombre no es una persona distinta, el Espíritu Santo tampoco es una persona distinta. Considere el versículo 16: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

El Espíritu Santo en nosotros que nos enseña y busca cosas espirituales para nosotros es la mente de Cristo, ya que Cristo vive en nosotros a través de su Espíritu. Ahora tenemos una mentalidad diferente. Ya no tenemos la mente carnal y natural del hombre. Y para dejar este punto muy claro, Pablo personifica al Espíritu Santo en nosotros—como personificó tanto el espíritu como la sabiduría humanos. Quería mostrar la gran influencia que estos tienen en nosotros espiritualmente, pero no quiso transmitir que todos aquellos son, de hecho, personas.

CÓMO USÓ PABLO LA PALABRA “ESPÍRITU”

Tome nota de cómo Pablo, en sus escritos, usa la palabra “espíritu”.

Pasemos a 1 Corintios 5:4, donde leemos: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás…”

Preguntemos de nuevo—¿era el espíritu de Pablo, que estaba con los miembros en Corinto, mientras Pablo moraba en otro lugar, una persona que había dejado a Pablo? Por supuesto que no—Pablo no hubiera podido escribir la carta, si el espíritu lo hubiera dejado. Leemos en otros lugares que una vez que el espíritu en el hombre deja al hombre, el hombre está muerto (compare Santiago 2:26). Entonces, lo que Pablo nos está diciendo aquí, es que su mente estaba con los corintios. Asimismo, el Espíritu de Dios tampoco es una persona, sino la mente de Dios que Dios quiere compartir con nosotros.

Debemos tener cuidado, cuando leemos ciertos pasajes que parecen implicar que el Espíritu Santo actúa o hace cosas, que no concluyamos que estos pasajes enseñan la personalidad del Espíritu. En la mayoría de los casos, la verdad queda clara en el pasaje, si lo leemos en contexto, y si no solo citamos el pasaje de forma selectiva.

Revisemos otro ejemplo, esta vez en 1 Corintios 14:14: “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”. ¿El espíritu de Pablo que ora es una persona? Si no es el caso, ¿por qué algunos concluyen, refiriéndose a Romanos 8:26, que el Espíritu Santo debe ser una persona, ya que allí se afirma que el Espíritu “ora” (recuerde de nuestra discusión anterior que, en cualquier caso, en realidad es Jesucristo quien ora)? Además, leamos 1 Corintios 14:15: “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”.

Entonces, si el espíritu de Pablo es una persona, ¿entonces el entendimiento de Pablo también es una persona? Después de todo, Pablo ora con el espíritu y con el entendimiento. Pero, la respuesta es, la mente y el entendimiento del hombre están siendo personificados aquí, y lo mismo es cierto cuando la Biblia habla del Espíritu Santo de Dios.

Véase 1 Corintios 16:18: “Porque confortaron mi espíritu y el vuestro”. Esto no significa, por supuesto, que el espíritu de Pablo y el espíritu de todos los corintios fueron personas. Más bien, sus mentes y seres completos fueron refrescados o consolados.

LA LETRA QUE MATA

Otro ejemplo trata directamente el Espíritu de Dios, en 2 Corintios 3:4-6. Del contexto podemos ver que esto tiene que ser una personificación: “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios… nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica”. Algunos dicen que aquí hay prueba de que el Espíritu Santo es una persona porque dice que el Espíritu Santo da vida. Pero si es así, ¿entonces la letra es una persona, porque también dice que la letra mata? Debería ser bastante obvio que ambos términos se utilizan de forma personificada.

LA CARNE NOS OTORGA LA MUERTE

Un ejemplo similar se encuentra en Gálatas 6:8: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Aquellos que dicen que esto prueba que el Espíritu Santo es una persona, ya que nos concede la vida eterna, deben responder entonces si esto prueba que la carne también es una persona, ya que la carne nos trae la muerte. Una vez más, ambos términos se usan de manera personificada, para aclarar cierto concepto—si seguimos nuestros propios deseos carnales, moriremos, pero si seguimos a Dios, quien nos enseña a través de Su Espíritu en nosotros, viviremos.

Pero observe lo que todo esto significa. Dado que todos estos conceptos abstractos, que claramente NO son personas, como la letra que mata y la carne que trae corrupción, están personificados, y se comparan al mismo tiempo con el Espíritu Santo, entonces esto indica fuertemente que el Espíritu Santo tampoco es una persona, sino que se personifica igualmente para transmitir un determinado pensamiento de la manera más poderosa.

Hemos visto, por supuesto, en otros pasajes, que el Espíritu Santo no es una persona. Pero aquellos que usan pasajes en los que se personifica al Espíritu Santo para mostrar que el Espíritu Santo es una persona, no se dan cuenta de que sus argumentos van en su contra y que los mismos pasajes que citan indican lo contrario.

EL ESPÍRITU SANTO NOS HABLA

Considere este pasaje en Hebreos 3:7-11: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo”.

En la forma en la que esto está redactado, es el Espíritu Santo que habla y dice que los padres se han rebelado contra Él, que Él estaba enojado, y que no entrarían en Su reposo. Pero ¿quién dijo realmente esas palabras? ¿Quién fue el que se enojó por las transgresiones y la rebelión de los padres?

Véase Números 14:20-23: “Entonces Jehová dijo: ‘Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mivoz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá’”.

Fue el Señor (Yahweh) quien lo dijo. Como sabemos de otros pasajes, el Señor del Antiguo Testamento que habló directamente con Moisés y otros fue Jesucristo, no el Padre. Cristo señaló que nadie vio jamás a Dios el Padre (Juan 1:18). Pero Moisés, por ejemplo, sí vio “la forma del Señor”. (Números 12:8). Moisés, entonces, vio el segundo ser divino en la Familia de Dios—aquel que sería conocido como Jesucristo. Y así, Cristo estaba con el pueblo del antiguo Israel, a través de Su Espíritu.

Nótese lo siguiente en 1 Corintios 10:4,9: “…Y todos [los israelitas bajo Moisés] bebían de esa roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo… Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes…”

También note 1 Pedro 1:10-11: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

Por lo tanto, el Espíritu Santo que “habla” en el pasaje del libro de Hebreos, o que testifica de los sufrimientos y la gloria de Cristo, es el Espíritu de Cristo. El Espíritu Santo no es una persona, pero la persona de Cristo estaba presente entre los israelitas a través de Su Espíritu, y Cristo les habló a través de Su Espíritu. Que el Espíritu Santo, que emana tanto del Padre como del Hijo, no puede ser una persona, se queda claro cuando se considera que el Espíritu Santo de Cristo (a diferencia del Espíritu Santo del Padre) no estaba presente cuando Cristo vivía aquí en la tierra como ser humano, como ya vimos anteriormente. Era el Espíritu Santo de Cristo el que moraba en los profetas de la antigüedad, pero el Espíritu Santo de Cristo no existía cuando Cristo entregó Su gloria para hacerse hombre. Por lo tanto, el Espíritu Santo de Cristo el Hijo no puede ser una persona.

EL ESPÍRITU SANTO NOS DA TESTIMONIO

Véase lo siguiente en Hebreos 10, 15-16: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.

Se nos dice aquí primero, que el Espíritu Santo dice algo, pero luego, que el Señor lo dice, y luego otra vez, que el Espíritu Santo lo dice. Entonces las Escrituras aquí usan los términos “el Señor” y “el Espíritu Santo” indistintamente. Obviamente, es el Espíritu Santo de Jesucristo el que da testimonio—en otras palabras, Cristo habla a través de su Espíritu. Pero eso no significa que el Espíritu Santo sea una persona.

Algunos han señalado que el Espíritu Santo habla a las diferentes iglesias en el libro del Apocalipsis, y concluyeron que esto debe significar, entonces, que el Espíritu Santo es una persona. Sin embargo, considere primero el hecho de que el libro del Apocalipsis habla consistentemente del Padre y del Cordero, Jesucristo, pero ni una sola vez se menciona el Espíritu Santo como persona o ser. Tanto el Padre como el Cordero vivirán en Jerusalén la Nueva—pero no se menciona al Espíritu Santo.

Cuando leemos que el “Espíritu” habla a las iglesias, debemos darnos cuenta de que la revelación viene de Dios el Padre quien se la dio a Jesucristo (Apocalipsis 1:1). Entonces, el Espíritu que habla a las iglesias es nuevamente el Espíritu de Cristo—es Cristo, a través de Su Espíritu Santo, quien revela y transmite el mensaje que había recibido del Padre.

Lo mismo se puede ver en el libro de los Hechos. En Hechos 16:6 y 7, leemos que el “Espíritu Santo” no les permitió a los discípulos predicar en Asia, e incluso de ir a un cierto lugar. En Hechos 20:22-23, leemos que el Espíritu Santo le dio testimonio a Pablo por todas las ciudades, diciendo que le esperaban prisiones y tribulaciones. Pero ¿cómo hizo esto el Espíritu Santo?

Hechos 21:4, 11 nos da una pista. Leemos: “Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén… quien [un cierto profeta] viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: ‘Esto dice el Espíritu Santo: ‘Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles’”.

Vemos que la gente hablaba, inspirada por el Espíritu Santo. Pasemos ahora a Hechos 23:11, para averiguar quién realmente dio estas profecías por boca de esos profetas: “A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: ‘Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma’”.

Fue Jesucristo quien, a través de Su Espíritu, inspiró a la gente a que hablase. Estos pasajes que hemos leído no nos dicen que el Espíritu Santo es una persona.

EL ESPÍRITU SANTO NOS ENSEÑA

Algunos afirman que el Espíritu Santo debe ser una persona porque la Biblia dice que el Espíritu nos enseña. Pero esta argumentación no es convincente. Véase en 1 Juan 2:27, que algunos han citado para apoyar su afirmación, que el Espíritu Santo debe ser una persona. Dice así: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.

Entendemos que la unción de la que se habla aquí es una referencia al Espíritu Santo. Pero tenga en cuenta, de nuevo, quién nos enseña realmente. Pase a 

1 Tesalonicenses 4:9: “Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros”.

Cuando se utiliza sin aclaración, la referencia a la persona de “Dios” en el Nuevo Testamento, suele ser una referencia al Padre. (Sin embargo, la palabra “Dios” también puede referirse a Jesucristo. Compare Tito 2:13). Note en 1 Corintios 3:23 y en Juan 6:45: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí”.

Es Dios el Padre quien nos enseña. Y puesto que Dios el Padre y Jesucristo son uno, y seres divinos, y ya que Cristo sólo nos enseña lo que ha oído del Padre (compare Juan 8,28), también es correcto, entonces, que Cristo nos enseña (1 Juan 5:20). Ambos lo hacen a través del Espíritu Santo que emana de ellos. Así que nos enseñan a través del Espíritu Santo—pero eso no hace que el Espíritu Santo sea un ser divino.

EL ESPÍRITU SANTO, ¿UN —“ÉL”?

Algunos afirman que el Espíritu Santo debe ser una persona y un ser divino, porque en la Biblia, en numerosos lugares, se refiere al espíritu como “Él”. Sin embargo, como veremos, este argumento es realmente uno de los más incultos. En primer lugar, debemos notar que varias traducciones de la Biblia han optado deliberadamente por traducir ciertos pasajes de tal manera que implican que el Espíritu Santo sea una persona, mientras que otras traducciones son, en general, mucho más precisas y fieles al texto original. Por ejemplo, si lee Romanos 8:16 en la New King James Bible, o en muchas otras traducciones modernas, se encuentra la siguiente traducción: “El Espíritu mismo da testimonio…” Esto podría dar la impresión de que el Espíritu Santo es una persona. 

En muchos idiomas, cada sustantivo tiene un género que es masculino, femenino o neutro. Es estrictamente una cuestión de gramática. Por ejemplo, en el idioma alemán, la palabra “Pferd”, que significa “caballo”, es neutra, mientras que la palabra “Hund”, que significa “perro”, es masculina, y la palabra para “gato”, “Katze”, es femenina. Además, la palabra “árbol”, que significa “Baum”, es masculina, al igual que la palabra “coche”, que significa “Wagen”, mientras que la palabra “abeto”, que significa “Tanne”, es femenina, y la palabra “cerdo”, que significa “Schwein”, es neutra. Más confuso, quizás, las palabras “aliento”, “viento” y “espíritu”, es decir, “Atem”, “Wind” y “Geist” en alemán, todas son masculinas. Podemos ver claramente, entonces, que el género del sustantivo no nos dice nada sobre la naturaleza del sustantivo—ya sea una persona, un animal, una planta, un objeto o una cosa. 

Lo mismo se aplica al griego. La palabra “espíritu”, en griego “pneuma” y es de género neutro. Por lo tanto, todos los pronombres que se refieren a “pneuma” deben traducirse de forma precisa como “el”, “lo” o “le” (precisamente “it” en el idioma inglés). Aquellos que han decidido arbitrariamente traducir los pronombres como “El”, en lugar de “lo” (“it”, neutro, en inglés), cuando se refieren al Espíritu Santo, lo han hecho solo para transmitir sus falsas creencias acerca de la personalidad del Espíritu Santo. Además, si los traductores fueran consecuentes, tendrían que traducir muchos pronombres de palabras hebreas que se refieren al Espíritu como “ella”, ya que en la mayoría de los casos, se usan sustantivos con género femenino para describir al Espíritu en el Antiguo Testamento.

Hay un sustantivo particular que se refiere al Espíritu Santo y que es masculino en griego. Este sustantivo es “parakletos” y se ha traducido al inglés como “Ayudante” o “Consolador” (compare, por ejemplo, Juan 14: 16-17). Dado que el sustantivo es masculino en griego, los pronombres que se refieren a él también son masculinos en griego. Pero esto es estrictamente una cuestión de gramática, no de significado. Sin embargo, traducir esos pronombres de forma masculina al inglés da una impresión totalmente equivocada.

Cuestiones de gramática y género de sustantivos en un idioma particular no determinan si los sustantivos son personas, plantas, cosas u objetos. No se deben utilizar traducciones incorrectas o engañosas para sacar conclusiones doctrinales.

PERSONIFICACIONES DE OBJETOS MUERTOS 

Ya vimos que la Biblia a veces personifica al Espíritu Santo. Esto no debería ser una sorpresa. Todos deberíamos darnos cuenta de que la Biblia a menudo personifica objetos muertos, o conceptos, o animales mudos—atribuyéndoles habla, sentimientos, acción u otra conducta consciente. Por lo tanto, no debería sorprendernos que el Espíritu Santo de Dios a veces se describe de esta manera. Pero como hemos visto, esto no demuestra que es una persona distinta, o un ser divino dentro de una Trinidad.

Tomemos nota de algunos de esos ejemplos bíblicos de personificación.

Sabiduría divina—¿una persona?

En Proverbios 1, se describe la “sabiduría divina”. La sabiduría, por supuesto, no es una persona, pero veamos lo que leemos al respecto, comenzando en el versículo 20: “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión… dice sus razones”. Y luego, comenzando en el versículo 22, realmente leemos lo que la “sabiduría” nos está diciendo, entre comillas directas. Entonces, vemos que la sabiduría de Dios está personificada aquí, pero claramente no es una persona.

Vemos lo mismo repetido en Proverbios 8. Comenzando en el versículo 1, leemos: “¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?… (3) Ella clama en el lugar de las puertas…” Y, de nuevo, en el versículo 4, encontramos exactamente lo que dice la sabiduría. Se da entre comillas con la sabiduría hablando por sí misma, exclamando: “(22) Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras… (27) Cuando formaba los cielos, allí estaba yo… (30) Con él estaba yo ordenándolo todo… (32) Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos”.

Y, nuevamente, Proverbios 9:1-6 personifica la sabiduría y deja que nos hable, como si fuera un ser separado. Pero no lo es. La sabiduría es una de las características de Dios. Y es Dios quien debe darnos su sabiduría, si queremos vivir según las normas de Dios. Véase en Proverbios 2:6: “Porque el Señor da la sabiduría; y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” ¿Podemos ver cuán paralela es la relación entre Dios y la sabiduría con la relación entre Dios y su Espíritu Santo? Después de todo, recibimos la sabiduría divina a través del Espíritu de Dios. Tanto la sabiduría como el Espíritu Santo son personalizados, pero ninguno de ellos es, de hecho, una persona.

El amor de Dios—¿una persona?

Ya que estamos hablando de algunos de los atributos o características de Dios que la Biblia a veces personifica para indicarnos claramente la importancia de estos, veamos otro ejemplo en 1 Corintios 13:4-7. En este pasaje, el amor de Dios se describe de manera como si fuera una persona, pero, por supuesto, no es una persona:

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Solo una persona o un ser puede negarse a envidiar, comportarse de cierta manera, pensar, alegrarse o creer. Aquí, el amor se describe haciendo eso, como si el amor fuera una persona. No es una persona, por supuesto, sino la única y principal característica de Dios, que se nos da, a través del Espíritu de Dios que vive en nosotros. Y así, como el amor no es una persona, sino personalizado, así el Espíritu Santo de Dios tampoco es una persona.

La Fe de Dios—¿una persona?

Tome nota ahora de un ejemplo adicional. Encontramos otra de las características de Dios descritas como persona en 2 Timoteo 1:5: “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

La fe de Dios aquí se describe como habitando en una persona. Otros traductores incluso dicen que la fe vive en ellos. Sólo una persona, no un concepto abstracto o un atributo de otra persona, puede habitar o vivir. Entonces, aquí, la fe de Dios está personificada, pero la fe de Dios claramente no es una persona separada o un ser dentro de la Deidad. El Espíritu Santo tampoco es una persona separada, aunque leemos muchas veces que el Espíritu Santo habita o vive en nosotros.

El pecado—¿una persona?

Sin embargo, no solo los atributos de Dios a veces se representan de manera personificada. Asimismo, conceptos erróneos, que debemos superar, también se personifican. Lea esto en Romanos 6:12, 14: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias… Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros…”

El pecado es retratado como un gobernante, un enemigo que no debe conquistarnos. Más bien, debemos conquistarlo nosotros, como si fuera una persona. Se nos recuerda de una amonestación similar que Dios le dio a Caín en Génesis 4:7: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

La sangre—¿una persona?

También encontramos una mezcla interesante de seres conscientes y conceptos inconscientes, atributos o ideas en Hebreos 12:22-24. Y aunque algunas de las cosas mencionadas aquí claramente no son personas, todas se describen como si lo fueran: “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

Por ejemplo, la sangre rociada no habla propiamente dicho; tampoco lo hace la sangre de Abel. Pero la Biblia lo pinta así, como si la sangre fuera un ser consciente. Y Dios había introducido ese pensamiento desde el principio, en Génesis 4:10: “Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Una vez más, la sangre se personifica aquí, como si tuviera una voz real, para mostrar la enormidad y la seriedad de lo que había hecho Caín.

Los cielos, la tierra, los ríos, las colinas—¿todos personas?

Hay bastantes lugares donde la Biblia otorga atributos, personalidad y conciencia a cosas que no los poseen—pero están personificadas, como si actuasen o se comportasen de la misma manera que lo harían seres humanos.

Leamos Romanos 8:22: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y una está con dolores de parto hasta ahora”. La creación se representa aquí como una mujer en parto. Está personificada, personalizada. Pero solo es una imagen.

Véase en Isaías 49:13: “Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia”. Una vez más, vemos cómo sentimientos, emociones y conducta personal se atribuyen a la creación de Dios.

Véase Isaías 55:12: “…los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso”. Esto es claramente una imagen, por supuesto. Árboles no aplauden con sus manos y montes no cantan. Todo el mundo entiende que esto es una imagen. Pero cuando leemos que el Espíritu Santo de Dios habla, de repente la gente asume que esto debe significar que el Espíritu Santo es una persona.

El libro de los Salmos está lleno de descripciones personificadas. Veamos solo algunos:

Salmo 96:11-13: “Alégrense los cielos, y gócese la tierra… Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra”.

Salmo 148:2-4, 7-11: “Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos… Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos; el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra; los montes y todos los collados, el árbol de fruto y todos los cedros; La bestia y todo animal, reptiles y volátiles; los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra…”

En este pasaje, los ángeles, los hombres, los animales y las plantas, así como los objetos sin vida o inconscientes como el agua, los planetas y las estrellas, son llamados a alabar al Señor, como si todos fueran personas. Sin embargo, nadie asumiría que el agua, por ejemplo, es una persona con sentimientos, emociones o capacidad de razonamiento. Se entiende que este pasaje de los Salmos representa la grandeza del Dios Creador.

LA FAMILIA DE DIOS ESTÁ DESTINADA A CRECER

El concepto falso de la Trinidad no sólo transmite una imagen totalmente errónea de Dios, sino que también oculta el propósito de la existencia del hombre. La mayoría de la gente en el mundo no entiende y cree que el destino del hombre es llegar a ser Dios.

Dios es una Familia—actualmente compuesta por el Padre y el Hijo. A través del poder de su Espíritu Santo, podemos formar parte de la Familia de Dios. En lugar de ser una Trinidad cerrada por toda la eternidad, Dios está agrandando su Familia al reproducirse en nosotros. Cristianos verdaderos ya son llamados hijos engendrados de Dios si su Espíritu habita en ellos. Todavía no somos glorificados o nacidos de nuevo, y aún no se ha manifestado lo que seremos—es decir, hijos de Dios nacidos de nuevo. Sí que sabemos que cuando Jesucristo aparezca, seremos hijos de Dios nacidos de nuevo—entonces seremos como Él y lo veremos tal como es—el primogénito entre muchos hermanos (compare 1 Juan 3:1-2; Romanos 8: 29).

El concepto de la Trinidad que enseña que Dios es —y que siempre ha sido— Padre, Hijo y Espíritu Santo, oculta y oscurece el hecho de que Dios es una Familia. Al principio, había dos seres divinos—uno al que se hace referencia como la Palabra o el Portavoz, así como otro ser al que se hace referencia como Dios (Juan 1:1). Pero la Palabra también era Dios, ya que “Dios” es un nombre de familia. El Verbo se hizo carne—se dio a conocer como Jesucristo (Juan 1:14), mientras que el otro ser divino, el “Altísimo” en la Deidad, se dio a conocer como el “Padre”. Cristo nació de nuevo como Hijo de Dios en la resurrección (Romanos 1:1-4). Antes de los tiempos del Nuevo Testamento, Dios aún no se conocía como el “Padre”, ni la Palabra como el “Hijo”. Pero Cristo ahora es el Hijo de Dios—y también es el primogénito entre muchos hermanos. Usted también puede convertirse en un hijo engendrado y, en el momento de la resurrección, convertirse en “hijo de Dios” nacido de nuevo. El concepto falso de una Trinidad cerrada oculta totalmente esta asombrosa verdad. Si desea saber más acerca de su máximo potencial, lea nuestro folleto gratuito, “El Evangelio del Reino de Dios”.

Hemos visto en este folleto que Dios no es una Trinidad cerrada. Más bien, Dios el Padre y Jesucristo el Hijo son una Familia amorosa. El Padre entregó a su Hijo unigénito por nosotros para que Usted y yo podamos unirnos a su Familia y tener vida eterna. Dios quiere que lo adoremos “en espíritu y en verdad.” (Juan 4:24). Asegurémonos de hacerlo correctamente.

Mysteries of the Animal World

Why and how does the Bible contradict and reject the Evolution concept, and why are many occurrences in the animal world unexplainable mysteries for Evolution-believing scientists? How does God feel about cross breeding? What is parthenogenesis, and what might be the reason for its existence? Can animals choose not to reproduce? Are we still obliged to refrain from eating the meat of “unclean animals”? Are we to refrain from eating meat altogether? Is it true that God does not care about oxen?

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Voting for Your Political Candidate?

This program discusses concerns with several positions of the main candidates for Presidency, which are contrary to God’s Word, posing the question whether one could vote for any of them. But then, is there even a candidate God’s people could and should vote for? What does the Bible tell us, and what is our real responsibility today?

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Current Events

by Norbert Link

We begin with an insightful article about the attempts of the left-wing mass media to discredit Robert F Kennedy Jr.; publish an article by a former Assistant U.S. Attorney explaining why the indictment against Donald Trump is outrageous and legally flawed [please view our recent StandingWatch program, titled, “What’s Behind the Historical Indictment of Donald Trump?” ]; address the “utter failure” of Merrick Garland as attorney general; speak about Hunter Biden’s outrageous “sweetheart deal”; and report on what appears to be President Biden’s worsening dementia.

We also discuss Tucker Carlson’s conclusion that the USA is becoming a full-fledged dictatorship.

We continue with Israel’s opposition to ANY deal between the USA and Iran; speak on Pope Francis’ idle attempts to bring peace to Russia and Ukraine; and address the concept that Western sanctions against Russia have been a big mistake.

We conclude with Europe’s push for a military independent of the USA and an alarming article about the creation of synthetic human embryos.

Throughout this section, we have underlined pertinent statements in the quoted articles, for the convenience and quick overview of the reader.

What’s Behind the Historical Indictment of Donald Trump?

Our weekly Update informs you, among many other things, about relevant news in the light of biblical prophecy. In this week’s edition (Update #1072, dated June 16, 2023), we publish articles discussing the historical and unprecedented indictment and arraignment of a former US President and present contender for Presidency, which many have decried as reflecting political motives and a blatant double standard of a “weaponized” Justice Department. We also quote articles addressing the question as to who sabotaged the Nord Stream 2 Pipeline and the Kakhovka hydro-electric dam and whether this intelligence information has been withheld from Congress and the public. You can become a regular subscriber to our weekly Update.

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