Para responder a estas y otras preguntas relacionadas, es importante explicar algo del trasfondo y de mirar el contexto de las Escrituras.
Jesús dijo que no vino para abrogar la ley de Dios (Mateo 5:17). Le dijo a un joven gobernante que se le exigía que guardara los mandamientos de Dios si quería tener la vida eterna (Mateo 19:16-17). Luego enumeró muchos de los Diez Mandamientos, para que no pudiera haber ninguna duda sobre la “Ley” a la cual se refería (versículos 18-19). Santiago, medio hermano de Jesucristo, más tarde declaró que somos transgresores de toda la Ley de Dios, si violamos solo uno de Sus mandamientos (Santiago 2:10). Claramente identificó la “Ley” como los Diez Mandamientos, citando dos de los Diez (versículo 11). En la carta a los hebreos, encontramos la confirmación expresa de la validez en curso del mandamiento del sábado, cuando leemos: “Por lo tanto, es deber del pueblo de Dios guardar el sábado” (Hebreos 4:9, Biblia de Lamsa).
Cualquiera que sea el significado de Marcos 2:27-28, ya podemos declarar con certeza a partir de este resumen que Jesús no enseñó la abolición del sábado – el cuarto de los Diez Mandamientos.
Ya que Cristo dijo que no vino a abolir, sino a cumplir la Ley, al mismo tiempo no vino para abolir las reglas y regulaciones que definen cómo hay que guardar el sábado. El Cuarto Mandamiento dice muy claramente que no debemos realizar trabajos serviles o habituales en el día de reposo (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15). Tal como Dios descansó en el séptimo día de su trabajo ordinario de crear plantas, animales y hombres, nosotros debemos descansar de nuestra labor ordinaria y debemos ser refrescados espiritualmente en el sábado.
Jesús dijo que el sábado fue hecho para el hombre. Fue el regalo de Dios al hombre. Se suponía que no era una carga, sino una bendición. Como Dios bendijo y santificó para el uso santo el séptimo día (Génesis 2:3), lo hizo para el hombre, para que el hombre estuviera bendecido si guardaba y disfrutaba debidamente el séptimo día.
Sin embargo, los fariseos en el momento de Jesucristo habían hecho una carga del sábado. Sus motivos podrían haber sido buenos, pero el resultado fue catastrófico. Recordaron que los asirios y los babilonios habían esclavizado las antiguas casas de Israel y Judá debido a su idolatría y la ruptura del sábado. Querían asegurarse de que la gente no volvería a romper el sábado. Al tratar de lograr esto, agregaron muchas reglas y restricciones al mandamiento del Sábado de Dios, razonando que uno tenía que romper primero esas restricciones, antes de llegar al núcleo de la Ley del Sábado, y que sería muy difícil quitar las capas de sus leyes hechas por el hombre para llegar alguna vez a la sustancia de la ley.
Sentían que estas reglas adicionales hechas por el hombre constituían una “valla” para proteger la sustancia del sábado. Razonaron que nadie violaría el corazón y el núcleo de la Ley del Sábado si se les impidiera romper ciertas disposiciones (cláusulas) que “encerrarían” y, por lo tanto, “protegían” el Cuarto Mandamiento. Como expuesto, sus motivos podrían haber sido laudables, pero en efecto habían puesto un yugo a las personas que no podían soportar.
Para facilitarle una mejor comprensión de la naturaleza de estas pesadas reglas y regulaciones farisaicas, citamos un breve extracto de nuestro folleto gratuito, “Días Santos ordenados por Dios”:
“Los fariseos malinterpretaron totalmente la prohibición de llevar cargas en el día de reposo. Decretaron que una persona era culpable de romper el sábado si llevaba una hoja de papel, o cualquier alimento que pesara tanto como un higo seco, o si llevaba más de un trago de leche, o suficiente aceite para ungir una pequeña parte del cuerpo. Si se produjera un fuego en la casa de una persona el sábado, él solo podría llevar a cabo la comida necesaria para consumirla el sábado. Esto significaba que si el incendio se producía al comienzo del sábado, justo después de la puesta del sol, la persona podía sacar suficiente comida para tres comidas; pero si se encendía el fuego en la tarde del sábado, solo podía sacar suficiente comida para una comida. El resto no pudo llevarse a cabo y había que dejarlo atrás, para quemarlo con el edificio. Además, solo la ropa necesaria se podía sacar de una casa en llamas el sábado”.
Jesús vino para magnificar y engrandecer la Ley de Dios (Isaías 42:21) – para mostrar la intención espiritual de la Ley. Enfrentó a los fariseos en muchas ocasiones con respecto a sus interpretaciones restrictivas de la orden del sábado. Él los reprendió por transgredir la Ley de Dios para guardar sus propias tradiciones (Marcos 7:8-9). Como se expuso, Dios quiso que el sábado fuera una bendición para el hombre, no una maldición o una carga. A la luz de este entendimiento, Cristo sanó a muchas personas enfermas en el sábado – pero los fariseos lo condenaron por eso, reclamando que debería sanarlos durante los seis días de la semana, pero no en el sábado. Su idea era que un hombre enfermo no podía ser liberado de enfermedad el sábado – lo que le impediría disfrutar realmente de la intención de la Ley del sábado. Pero Jesús les declaró de manera poderosa e inequívoca: “… está permitido hacer el bien en sábado” (Mateo 12:12).
Al mismo tiempo, la interpretación y las prácticas de los fariseos carecían de enseñanza y aplicación consecuentes. Permitirían que un bebé fuera circuncidado en sábado – si el octavo día después del nacimiento caía en sábado – pero no permitirían que una persona enferma fuera sanada en sábado. También permitirían que un buey que había caído en el hoyo fuera rescatado en el sábado, o dar de beber a sus animales en el sábado, pero no permitirían la curación de un ser humano en el día de reposo, que fue creado a la imagen de Dios.
Además, criticaron a los discípulos de Cristo por arrancar espigas en el sábado para satisfacer su hambre (Marcos 2:23-24; Mateo 12:1-2). Su posición era que debían pasar hambre antes que arrancar algunas espigas, interpretando falsamente tal conducta como “cosecha” prohibida.
Era este tipo de ambiente y filosofía el que Jesús dirigió cuando hizo las declaraciones profundas en Marcos 2:27-28: “El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado”.
En el relato paralelo de Mateo 12, agrega lo siguiente: “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificios, no condenaríais a los inocentes, porque el Hijo del hombre es Señor aun del sábado” (versículos 6-8). Además, la palabra “aun” no está en el griego original y fue agregada por el traductor.
Jesús se refirió a sí mismo como el Hijo del Hombre – el que es más grande que el Templo – el Señor del sábado. Como hemos visto en una edición anterior de Preguntas y Respuestas (Q&A) [“¿Existió Jesús antes de su nacimiento humano?”] fue Él quien creó el sábado. Leemos que Dios el Padre creó todo a través de y por Jesucristo – y eso incluye el hombre y el sábado. Jesús creó el sábado para el hombre, y como el Señor del sábado, nos puede decir con autoridad cómo guardarlo. La discusión no se desarrolló sobre si había que mantenerlo o no – Jesús guardaba el sábado, como era su costumbre (Lucas 4:16). Más tarde, Pablo guardaba el sábado, como era su costumbre (Hechos 17:2), y le dijo a los gentiles conversos en Corinto que lo siguiesen o lo imitasen igual que él seguía a Cristo (compare 1 Corintios 4:16; 11:1).
Cristo nunca permitió o autorizó al hombre a cambiar el sábado al domingo. De hecho, Él condena este tipo de adoración religiosa (compare con Mateo 5:19). Aquellos que piensan que pueden adorar a Dios el Padre y a Jesucristo el domingo, en lugar del sábado – de ese modo manteniendo sus propias tradiciones, mientras transgreden y abolen los mandamientos de Dios – están participando en una clase de adoración que NO es aceptable para Dios (Mateo 15:7-9, 13-14).
Cristo puso misericordia sobre las restricciones estrictas de los fariseos, señalando que David comió del pan del templo cuando tenía hambre, aunque no era “legal” que lo comiera (Mateo 12:3-4). Pero Cristo no condenó a David por esto. También enseñó que los sacerdotes en el templo tenían que cumplir con sus responsabilidades el sábado, lo cual – según el razonamiento farisaico resultante – hubiera sido equivalente a “romper” o “profanar” el sábado, pero Cristo dijo que estaban “irreprensible” haciendo eso (Mateo 12:5). Cuando hoy los ministros de Dios “trabajan” el sábado para preparar y dar sermones, son igualmente irreprensibles e inocentes.
Por otro lado, Cristo no enseñó que podemos violar el sábado de Dios simplemente pisoteándolo – al trabajar en nuestro empleo para ganarnos la vida y persiguiendo nuestros propios placeres y aficiones. Isaías 58:13 declara (de acuerdo con la Nueva Versión Internacional) que debe “evitar que tus pies rompan el sábado y de hacer lo que te apetezca en mi día santo” y de “llamar al sábado un deleite y el día santo del Señor honorable” y de “honrarlo no haciendo lo que te apetezca o diciendo palabras ociosas”. La Biblia Viviente aclara que” hacer lo te apetezca” se refiere a “tu propia diversión y negocio”.
Sin embargo, en situaciones de emergencia, podemos y debemos cuidar de nuestras necesidades personales, pero esto no significa que debemos crear emergencias en primer lugar, para que luego podamos “romper” el sábado para poder ocuparnos de ellas. No debemos tirar una oveja en la zanja el viernes para poder rescatarla el día de sábado.
Jesús es el SEÑOR del sábado. Nos dice con autoridad que debemos guardarlo – y cómo hacerlo. Jesús hizo el sábado para el hombre (no solo el judío), para ser una bendición para el hombre. El sábado no fue hecho para ser una maldición o una carga para nosotros. El hombre no fue hecho para el sábado, para que estuviera bajo un yugo fariseo cruel y despiadado. Los fariseos, a través de su enfoque legalista, habían impuesto restricciones indebidas al sábado, enseñando en efecto que el hombre fue hecho para el sábado. Pero Jesús vino para mostrar que el sábado fue hecho PARA el hombre, para que estuviera guardado con alegría y llamado “una alegría”. Al guardar el sábado adecuadamente, nos acercamos más a Dios y recordamos su gran amor por nosotros, quien nos creó en primer lugar con el potencial de entrar en su propia familia. Vea nuestras Preguntas y Respuestas recientes, “¿Por qué se creó el hombre?”
Ninguno de sus mandamientos debe de verse como una carga para nosotros (1 Juan 5:3). Más bien, el amor de Dios en nosotros nos permite guardar todos Sus mandamientos correctamente y desde el corazón (2 Juan 6). La ley completa de Dios es una expresión de su amor, y Dios ES amor (1 Juan 4:8).
Escritor principal: Norbert Link
Traducido por: Anna Ruoff